sábado, 11 de junio de 2011

Nunca te dije que me marchitaba


Hablabas de un amor para toda la vida, como si esas inocentes palabras no implicasen la necesidad de comprometerse. Pues bien, tengo algo importante que decirte: Yo no quiero ser la persona que esté ahí para siempre. Ahora mismo, no siento la necesidad de consolarte, ni de hacerte reír. Tampoco tengo ganas de escucharte. No puedo simular que tus vivencias me interesan. No estoy dolido. No estoy molesto. Sencillamente, no me apetece...

Y, quizás lo más importante (también lo más triste): dudo de que vuelva a apetecerme de nuevo.