domingo, 24 de julio de 2011

Equilibrio

Necesitamos tiempo para olvidar lo que nunca fue ni sucedió, lo que no aconteció jamás por miedo o indecisión, aunque hubiésemos sido azotados virulentamente por el deseo, que nos incitaba implacable hacia un abismo desconocido, hacia un precipicio seductor con visión liberadora. Porque mirar al vacío e interpelarse sobre la posibilidad de dar un paso más, supone trascender a lo transcendental, supone cuestionar lo aprendido e infravalorar el peso del deber, caprichoso dirigente de nuestros pasos.

Cuando se está en el umbral del Infierno, se experimenta la tentación de dejarse llevar. Se apuesta por el triunfo de la desidia, que nos abraza y nos arropa entre sus pechos, para posarnos más tarde en el fango de lo prohibido, al que vamos sucumbiendo sin oposición, dejando que la tierra nos aliente a hundirnos mientras nos susurra frases de conmiseración –no sólo de pan vive el hombre-, fases que nos animan a perder la vida -la única que tenemos, la única que probablemente tendremos y ante la que jamás podremos sublevarnos.

El recuerdo de lo vivido, de lo experimentado, desaparece y se diluye con celeridad pero permanece el recuerdo de lo nunca llevado a cabo, de lo mil veces deseado y nunca satisfecho. Es un recuerdo que martillea y percute la mente, hasta que al final, cuando se hace balance de lo arriesgado, la balanza se inclina sin dilaciones hacia el lado de nunca-vivido.

lunes, 18 de julio de 2011

Nunca te dije que tu imagen me conmovía


Acabo de ver una foto tuya, con esa sonrisa tímida que me enamora y me cautiva, y no puedo dejar de pensar que ya no estás para mí sino para otro...

Por eso se me acelera el corazón cuando imagino que todo está perdido. Que ya no hay nada que hacer, que debo rendirme y entregarme al vértigo que siempre me supuso pronunciar tu nombre... ¿Es aquí donde acaba el camino? ¿O acaso estábamos condenados a no caminar jamás juntos?

Es de noche, y estoy solo en mi cama. Siento el calor entrando por mi ventana. Ese calor me impide dormir y me invita a viajar hacia el pasado... ¡qué traicionera es mi mente! Ahora quisiera revivir contigo esos meses de invierno en los que el frío de mis sábanas se tornaba calor con tus abrazos... quisiera escuchar tu voz al despertarme y tus risas al teléfono en conversaciones mil veces repetidas... pero me temo que eso no llegará jamás y que todo lo que ahora pienso no son más que delirios de una noche de verano...

- Deja de soñar -me aconseja una voz interior. Y vuelvo a despertar para dudar sobre si es mejor seguir soñando...

Porque ya no estás tú. No está tu beso de buenas noches entre mis cosas importantes, ni está tu aroma para impregnar mi almohada. Ya no estás tú, ni están tus palabras... Pero está tu imagen, que le sonríe a otro y traiciona mi serenidad. Esa imagen tuya, mezcla de serenidad y miedo... que tanto me conmueve...

sábado, 9 de julio de 2011

Nunca te dije que vivía en una madeja


Creo que cualquier cosa que diga ahora va a sonarte banal y "podría ser utilizada en mi contra", pero tengo tantas cosas que escribirte que me siento incapaz de hacerlo bien. Hilar un argumento convincente con mis sentimientos no es, en absoluto, sencillo. Si lo intento, me encuentro sosteniendo una madeja enrevesada entre mis torpes manos. ¿Por dónde empiezo?

Podría decirte que te necesito en mi vida,
pero eso ya deberías saberlo...

Podría decirte que te quiero abrazar y besar,
pero no sé si sigues aquí o te has ido,
quizás convencida de que soy un fantasma

Podría decirte que vuelvas a mí y que te dejes acariciar una vez más, una noche más, una madrugada más...
pero no sé si anhelas mis caricias,
como yo anhelo tu cuerpo...