domingo, 27 de noviembre de 2011

Nunca te dije que soñé con tu cuerpo

Esta noche soñé con tu cuerpo. Estabas desnuda sentada en una silla frente a mí. No podía verte la cara pero sabía que eras tú. Reconocía el mapa de tus lunares, la silueta de tu pecho y la forma de tu pezón. Y sabía que eras tú. Tenías las piernas bien abiertas y te mostrabas orgullosa para mí. Yo veía tu sexo carente de vello. Y veía cómo tus manos que se movían con maestría sobre tu vulva. Lo hacías para mí. Tus uñas pintadas, tus dedos hábiles recorriendo tu sexo... Te tocabas para excitarme.  Para provocar el deseo que nunca durmió... Estabas masturbándote para mí.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Nunca te dije que dormiremos en una cama de algodón de azúcar

"Y si pude quererte más, guárdame también la duda" (Javier Ruibal, Guárdame)

- ¿Me quieres?
- Mucho
- ¿Como para llenarme la cara de chocolate?
- Como para revolcarme contigo en una cama de algodón de azúcar.
- ¿Y entonces?
- A veces no basta con querer, Ismael.


"Solo he querido de ti lo que me diste cuando nada te pedí. 
Perdido en las madrugadas que anticipaban días sin semanas, todo lo quería de ti" 
(Lo que me diste cuando nada de ti Manolo García)

- Se me ocurren mil palabras. Mil recuerdos. Mil momentos felices contigo
- Dime alguno.
- Ahora no. 
- ¿Por qué? 
- Porque es cruel hablar de la belleza cuando uno vive enterrado en la mierda. 
- ¿No hay que remover el pasado cuando se atraviesa por un mal momento? 
- Exacto. Por eso guardaré todos esos buenos momentos que compartí contigo. Para cuando pueda abrazarte de nuevo. 
- ¿Y ese día nos comeremos un helado de chocolate?
- Sí. Y nos revolcaremos en una cama de algodón de azúcar. Entonces, miraremos al cielo sucio creyendo que ha salido el sol y sentirás el roce de mi cuerpo y el latir de mi corazón.
- Quizás entonces no necesites usar las palabras para hablarme.
- Quizás entonces las nubes sean esponjitas que podamos quemar con un mechero.
- Si ese día llega no necesitaremos mecheros. Tendremos el calor de nuestros cuerpos para incendiar el universo.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Nunca te dije cómo hablan nuestros cuerpos

Hay tantas cosas que decir, hay tantos silencios maltrechos y tantos puntos suspensivos en el aire que si estuvieses frente a mí robaría todas esas palabras de tu boca. Borraría cualquier resquicio de angustia que nos ahogue con un beso lleno de pasión y deseo. Sería un beso decidido. Un solo beso de rabia e impotencia. Un solo beso. Y después de eso me alejaría…

Pero tú vendrías suplicante a pedir otro. Y entonces yo mordería tus labios y tu cuello. Abriría nervioso tu sujetador. Y recorrería con mi lengua tus pequeños pechos. Jugaría con tus pezones. Apretaría tu culo con mis manos y traería tu sexo hasta el mío. Y besaría de nuevo tus labios porque suspiran y anhelan que explore tu cuerpo. Y con ese nuevo beso ahora sí que lograría borrar cualquier resquicio de rencor. Con ese beso lograría implantar en tu cuerpo la semilla de la necesidad de verme, las ganas de verme. Y entonces mordería de nuevo tus pechos con mi labios. Bajaría por tu ombligo. Y lamería tu vientre. Recorrería con mi lengua los pliegues de tu sexo hasta emborracharme de tu humedad y llenarte de mi deseo. Mi lengua jugará con tu clítoris sin parar. Y todo tu cuerpo arderá con un calor que te inunda por dentro. Querrás entonces probar el sabor de mi sexo. Y me pedirás que tus labios se follen a mi polla. Y yo te dejaré. Introduciré mi polla en tu boca y te obligaré a mirarme a los ojos mientras me la comes. Y veré cómo te tocas mientras lo haces…

Hasta  que nuestros cuerpos se fusionen y yo entre por fin en ti. Y entonces sentiré por fin la humedad de tu cuerpo, que no es la humedad de tus lágrimas. Y follaremos de forma animal. Con fuerza. Y con cada movimiento pélvico, me pedirás que vaya cada vez más rápido. Y cada embestida servirá para borrar las cosas que no nos dijimos. Y cada jadeo diluirá los silencios maltrechos. Y al final, nuestro orgasmo, borrará los puntos suspensivos en el aire dejando únicamente el olor a sexo y el aroma del deseo. 

lunes, 21 de noviembre de 2011

No confundas las cosas

¿Sabes lo que te ocurre? Que confundes las cosas. Y creo que eres proclive  a hacerlo. Ahora, por ejemplo, estás confundiendo el amor con la compasión, o con la misericordia, o como coño quiera que se llame ese sentimiento de preocupación por los demás. Así que por eso tomas las decisiones equivocadas. Reaccionas focalizando tu energía en una meta que puede granjearte beneficios a corto plazo. Decides que vas a centrarte en ti mismo por un tiempo, para aislarte del mundo. Pero esa no es la solución. Todo pasa porque entiendas que ella no es tan importante para ti. Es difícil explicarlo pero creo que todos nos sentiríamos conmocionados si ahora hubiese un atentado en el centro de la capital. Imagina que hay varios muertos por un coche bomba. Y supón que alguien conocido muere en el atentado. Nos solidarizaríamos con su familia, sentiríamos su dolor por un momento. Ese coche bomba nos turbaría sin duda. Y nos haría sentirnos mal con nosotros mismos y con el mundo… Probablemente pasaríamos dos o tres días sin conciliar el sueño, planteándonos muchas cosas de nuestra vida, de nuestro pasado. Volveríamos a nuestros recuerdos y nuestras vivencias. Pero eso no significa que amemos a esas personas que han muerto. Al menos no las amamos como para casarnos con ellas. Simplemente han estado en nuestra vida y un acontecimiento casual los ha hecho irrumpir en nuestra cotidianidad. Y eso ha alterado el equilibrio que nos ocupaba hasta entonces. ¿Hay que darles más importancia de la que tienen y plantearse qué sentíamos por esas personas? Pues yo creo que no… Pero tú dudas y sueles confundir las cosas. Y es algo que te ocurre a menudo. Sobre todo cuando se trata de amor. Sobre todo cuando se trata de ella. -David decide tomar un respiro, antes de continuar. Quizás ignora que sus palabras hacen tanto daño como bien- No sé explicarlo. Ella no estaba en tu vida hace unos días, ¿no? Decidió marcharse. Se fue. O quizás tú decidiste que se fuese, qué importa. Prefiero ahorrarme los detalles. Lo importante es que la vida os separó. Tú aquí y ella allí. El universo abrió una distancia entre vosotros. Y ese espacio que os separaba era incómodo de llevar al principio pero tú has podido convivir con él. Y no te engañes diciendo que no has podido vivir con él, ¿eh? Porque sí lo has hecho: has sido feliz, has sonreído, has regalado carcajadas, has llorado… Estabas de puta madre. El problema es que ella llega ahora para reclamarte su atención. Y entonces te surgen las dudas. ¿Por qué? Porque confundes amor y misericordia. Ella ha estado un tiempo alejada. Claro que la has echado de menos. Y claro has pensado en ella muchas veces. Tu vida tiene trozos de lo que viviste con ella. Y por definición, la añoranza no se borra con el tiempo. Pero has sido feliz sin tenerla en tu vida. Y si piensas que esa felicidad no era completa yo creo que te engañas. Porque disimulabas bien tu dolor. Vivías un periodo emocional estable. Has salido con nosotros, te has divertido con nuestras bromas, has dormido sin problemas... Yo podría hablarte ahora de mil momentos felices que te confirmarían esta opinión. Pero no voy a hacerlo. Simplemente voy a plantearte las cosas como son: ella ha llegado ahora y te ha dicho: Estoy aquí, hazme caso. Y tú has acudido, quebrando tu cabeza y dándole mil vueltas a todo. Porque lo peor no es que haya llegado. Es que se ha hecho visible como una puta tormenta que lo arrasa todo. Es su modo de decirte que no la olvides. Y tú caes en la trampa. No vas a lo sencillo sino que te pierdes en lo complicado de tus sentimientos. Y dices: joder, cuánto te he echado de menos. Y piensas: eres importante en mi vida. Y te convences a ti mismo: No podía vivir sin ti. Pero yo creo que todo eso es mentira. Pero claro, ella ha irrumpido de repente y lo ha jodido todo. Ha sacado lo peor de ti. Se ha alimentado de tu lealtad y de tu bondad. Ha buceado en tus sentimientos. Ha raspado en tu corazón y ha levantado tus astillas haciendo que te sientas culpable. Eres humano. Así que obviamente le prestas atención. ¿Es porque la quieres? Pues yo creo que no. Pero ella quiere que te lo creas. Quiere que sientas así de jodido y dudes y tengas miedo de nuevo. Quiere que su irrupción en tu vida te haga planteártelo todo. Y es lo que estás haciendo. Has decidido que todo se vaya a la mierda. Has pensado que necesitas cambiar de rumbo, pero lo cierto es que ibas por el camino correcto. Ella es solo tu deriva. Tú sabes que puedes ser feliz sin ella. No tienes ninguna deuda con nadie. Tu única deuda es contigo mismo. Y con tu derecho a ser feliz. Así que no des pasos atrás. No confundas las cosas, tío. Dedícate a vivir. Que es a lo único que tienes que hacer. Y si ha de ser sin ella en tu vida, pues mejor. A veces hay que elegir lo que uno necesita. Y otras veces lo que uno quiere. Yo creo que esta vez quieres lo mismo que necesitas: alejarte de ella. Entender que lo que pasó, pasó y en la memoria queda. El problema es que ella juega y te confunde y te hace sentir que quieres estar con ella y que la necesitas… Pero no confundas las cosas.

Un alma de papel

Han pasado tantas cosas en estas últimas dos semanas (risas, trabajo, complicidad, silencios, lágrimas, recuerdos, orgasmos, viajes, baños de espuma, lecturas...) que al final he terminado convergiendo a un punto extraño: el lugar en el que me encuentro ahora mismo, el lugar en el que convivo con mi yo-humano. En este punto descubro que soy débil, que tengo una "extraña feminidad muy desarrollada" y que poseo una sensibilidad no siempre entendida (aunque muchas veces valorada). El punto en el que estoy ahora no puede explicarse de un modo sencillo y ordenado. Pero puede decirse que en este punto conozco a mi yo-persona. Y puede decirse también que mi yo-sentimental disfruta escuchando esta canción de Manolo García. Porque cuando escucho el estribillo no puedo disimular mi sonrisa...  


domingo, 20 de noviembre de 2011

Baño de espuma

Combinando el atrevimiento y la prudencia mi pie derecho atraviesa la espuma que cubre la superficie de la bañera. El agua está muy caliente. Como a mí me gusta. La temperatura es agradable aquí dentro. Esta mañana vino el técnico a arreglar la caldera. En la calle hace mucho frío. Un frío húmedo, insoportable. He llegado a casa sintiendo mis huesos helados. Mientras salía del autobús pensaba que mi huesos podrían romperse si no llegaba a tiempo a casa. Y al cruzar el umbral de la puerta he pensado en tu abrazo. Si estuviese conmigo todo sería distinto. Creo que nuestras vidas serían mejores. No habría días grises ni silencios ausentes. No habría dudas ni miedos. Pero tú no estás aquí ahora. Solo tengo mi baño de espuma, que poco a poco seduce a mi cuerpo. Un cuerpo helado que poco a poco va cayendo en la tentación. Primero el pie izquierdo acude al rescate del derecho. Luego me siento en la bañera y estiro las piernas. Siento el embrujo del calor y me sumerjo por completo en el agua. La temperatura sigue siendo alta pero mi cuerpo va acostumbrándose. El agua caliente me anestesia. Me relaja. Baja mis pulsaciones. En ella hundo la cabeza. Estoy completamente rodeado de silencio. Mi mente se queda en blanco. Aguanto la respiración todo lo que puedo. Y después salgo a la superficie. Suena música de fondo. El vaho ha cubierto el espejo del baño. Cuando salga de la bañera, escribiré tu nombre y el mío. Y pondré un corazón en el medio. Jugaré a quererte como cuando éramos pequeños, como cuando todo era más sencillo. Como cuando se ama por primera vez. Entonces se cree que puede lograrse cualquier cosa… 

lunes, 14 de noviembre de 2011

Nunca te dije que hay que buscar palabras


En la vida existen muchos momentos jodidos. También existen muchos placeres -algunos compartidos, otros para disfrutar en solitario-. Destaco hoy el placer compartido. La sensación que te inunda cuando compartes tu vida con alguien. Cuando dejas que se asome a tu mundo. Cuando entiendes que no todo está perdido. Cuando alguien (en su día a día y de forma casi involuntaria) te rescata del naufragio.

Llevo un tiempo pensando y no sé si la palabra correcta para definir lo que se siento es empatía. Porque no sé si empatía es sinónimo de sonreír y de ser feliz. No sé si la empatía es bromear juntos, una y otra vez, y llorar inmediatamente después. Ni sé si es lo mismo empatía que “abrir tu corazón” (aunque sea tímidamente). Y no sé si la empatía es querer abrazar a otra persona (infinitas veces) y bailar junto a ella la música del mundo ¿En eso consiste la empatía? ¿En escuchar la música y acompasar tus pasos con la melodía?

El caso es que debería existir una palabra para todo eso. O mejor, varias palabras. Y si no existen, deberíamos inventarlas. Porque existen palabras como miedo, soledad, dudas, incertidumbre, grisáceo, oscuro, desolado, triste, defraudado, incapacidad, daño, olvido, odio, pasado, adiós… Y usamos a menudo esas palabras cuando estamos mal. Pero no existen palabras para hablar del diálogo que escarifica tu piel dejando que brote todo aquello que te ahoga. No usamos palabras como confidencialidad, sintonía, familiaridad, confianza, bromear, jugar, acariciar, regalar momentos, escuchar canciones, poemar recuerdos… Ni hay palabras en nuestro día a día para hablar de habitaciones oscuras en las que sale el sol, ni para hablar del aprecio hecho cariño a pesar de la distancia. No hay una palabra que resuma nada así. O al menos yo no encuentro una palabra así para resumir los momentos felices de mi última semana. Así que creo que deberíamos inventarlas. Y al menos que me sirvan a mí (y a mi frágil memoria) para no olvidar jamás los buenos momentos que me regalas… 

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Nunca te pregunté si me querías así


Me tienes que querer como soy: despistado, impulsivo, con cosquillas, dubitativo, impreciso, inquieto, ligeramente aventurero, casero, bromista, buen lector (con dificultades para entender la poesía), detallista, un poco vago, sensible, soberbio, vergonzoso, incapaz para expresarme con corrección, pacífico, tierno, impuntual, cabezota, torpe, de ritmos musicales lentos, egoísta, divertido, con una chispa de locura, embaucador, trabajador, sacrificado, pausado, reflexivo, amante, perfeccionista, exigente, de regalos sencillos, autocomplaciente, sincero, muy pasional, friolero, enemigo de la fiesta, paciente (impaciente en la espera), amante del deporte (poco deportista), escritor aficionado, familiar, capaz de perdonar (y olvidar), sin problemas para pedir perdón, miedoso, contemplativo, ligeramente pasota, buen consejero, charlatán, extrovertido, chistoso, amante de los abrazos, internauta, aficionado al cine, amigo, de comidas sencillas…

Y mi pregunta es: ¿me quieres así? Porque eso, y mi amor por ti, es lo único que yo puedo ofrecerte.

martes, 8 de noviembre de 2011

Caerse

Te has caído. No sabes cómo ha sucedido pero estás en el suelo. Entonces alguien se acerca a ti y te tiende su mano. No reconoces su cara. ¿Quién es ese señor? ¿Y por qué la gente te mira así? Te levantas desorientado. Una joven rubia te da un sombrero y se aleja. Es tu sombrero. Ha debido de caérsete en algún momento. Tiene usted la chaqueta manchada, señor, escuchas que dice alguien. Te sacudes mecánicamente con un par de golpes secos. Y piensas: qué hacía yo en el suelo. Y piensas: debo estar hecho un desastre. Y piensas: ya no valgo para nada. Y te avergüenzas. Te imaginas en el espejo. Eres solo harapos. La camisa  está por fuera. El pantalón conserva las huellas de la caída. ¿Por qué te ocurren estas cosas últimamente? Y entonces miras la cadena de una virgen, que tienes en tu mano. No has dejado de apretarla en ningún momento. Ves que llega el autobús. Te cuesta caminar, pero llegas hasta la puerta. El conductor ha sido muy amable al esperarte esta vez. No todos lo hacen. Subes el escalón con dificultad. Te duele el cuerpo. Te has caído y no sabes cómo ha sucedido. Deben ser las piernas. Sí. Las piernas empiezan a fallarte. Logras sentarte en un asiento del autobús. Queda un camino largo hasta la casa de tu hija. Un camino largo para pensar. Y piensas que tienes 70 años. Y piensas que eres torpe. Y piensas que estás hecho un desastre. Y piensas que la gente te mira de un modo extraño. Y piensas que quieres llorar. Pero eres un hombre mayor y los hombres mayores no lloran. 

sábado, 5 de noviembre de 2011

De qué hablo cuando hablo de escribir

Estamos solos tú y yo. Pero tú no eres nadie. Tú no tienes sentimientos. Tú solo guardas silencio. Permaneces impasible y esperas que sea yo quien te hable. Eres un trozo de papel en blanco. Eres un objeto inanimado. Eres la puta que se deja mancillar por mi pluma gastada. Eres una ramera más en este circo de la vida. Eres la estrella de un burdel de carretera donde ingieren  semen sin oponer resistencia. 

Porque tú jamás protestas. Te dejas violar una y otra vez, sin condiciones. No existe el mañana. No importa el mañana. Solo es relevante el ahora. Lo que vivo. Lo que escribo. Lo que anhelo. Y toda esta contrariedad, toda la inutilidad de mi existencia, se condensa en miles de palabras que salen a borbollones de mi espina dorsal e invaden todo tu cuerpo. 

Tú eres complaciente y te dejas llenar por líquido cefalorraquídeo de mis sentimientos sin susurrar basta.  Y tus páginas sugieren: Penétrame. E imagino que me suplican: Córrete dentro de mí. Pero tú no hablas. Tú solo escuchas. Y presencias, impertérrita, mi defunción lenta y agónica. Y permites que me vacíe dentro de ti, a sabiendas de que no podré salir incólume de esta habitación fría y oscura. Y permites que me desangre reafirmando mi verdad. Y permites que acaricie la ilusión de que este será nuestro último polvo salvaje...

jueves, 3 de noviembre de 2011

Fight!

Fear y Greed se enfrentan en un combate encarnizado. Fear es tímido, cauteloso y prudente. Prepara a conciencia sus armas. Es capaz de pulir sus cuchillos con infinita paciencia. No existen los pasos en falsos. El triunfo solo acontece si ha sido milimétricamente calculado. Greed, por contra, es impulsiva e inquieta. La creatividad es su única arma. No necesita más que una sonrisa para abrazar la felicidad.

Fear rige su vida por seguridad y la calma, mientras que Greed es amante de la improvisación y prefiere que su vida la dirija a ella. Fear se deja llevar y cree que puede hacer cualquier cosa que se proponga. Cuando ese sentimiento la inhunda, se siente la reina de la fiesta. Pero Fear no es así. Fear prefiere pasar desapercibido y no arriesgar demasiado. En general, Fear es más negativista y pausado que Greed.

De naturaleza distinta, ni Fear ni Greed cuenta con el apoyo de los estoicos, que prefieren mantenerse al margen en este combate de sentimientos. Keynes, sentado en la primera fila, aconseja prudencia. Y el presentador de sala se acerca al micrófono para gritar con entusiasmo: "Animal spirits... fight!"

martes, 1 de noviembre de 2011

Roma, la ciudad eterna

Vivo en una ciudad eterna, repleta de paseantes que viajan hasta otra época y fotografían monumentos antiguos... pero yo estoy solo, que es como decir que no estoy contigo. Y es algo frustrante. Porque ocupas mi mente pero no tengo tu aroma para entremezclarlo con el olor de castañas asadas que inunda cada noche la vía del Corso. Ni tengo tu mirada, que podría usarse para iluminar la tenue luz que decora la Fontana di Trevi. Por desgracia, tampoco tengo tu abrazo, que me dice cada noche cómo respiras, y me revela si sueñas o tienes pesadillas.

Vivo en la ciudad eterna, repleta de paseantes que viajan hasta otra época y fotografían monumentos antiguos... pero esa ciudad está vacía sin ti.