lunes, 21 de noviembre de 2011

No confundas las cosas

¿Sabes lo que te ocurre? Que confundes las cosas. Y creo que eres proclive  a hacerlo. Ahora, por ejemplo, estás confundiendo el amor con la compasión, o con la misericordia, o como coño quiera que se llame ese sentimiento de preocupación por los demás. Así que por eso tomas las decisiones equivocadas. Reaccionas focalizando tu energía en una meta que puede granjearte beneficios a corto plazo. Decides que vas a centrarte en ti mismo por un tiempo, para aislarte del mundo. Pero esa no es la solución. Todo pasa porque entiendas que ella no es tan importante para ti. Es difícil explicarlo pero creo que todos nos sentiríamos conmocionados si ahora hubiese un atentado en el centro de la capital. Imagina que hay varios muertos por un coche bomba. Y supón que alguien conocido muere en el atentado. Nos solidarizaríamos con su familia, sentiríamos su dolor por un momento. Ese coche bomba nos turbaría sin duda. Y nos haría sentirnos mal con nosotros mismos y con el mundo… Probablemente pasaríamos dos o tres días sin conciliar el sueño, planteándonos muchas cosas de nuestra vida, de nuestro pasado. Volveríamos a nuestros recuerdos y nuestras vivencias. Pero eso no significa que amemos a esas personas que han muerto. Al menos no las amamos como para casarnos con ellas. Simplemente han estado en nuestra vida y un acontecimiento casual los ha hecho irrumpir en nuestra cotidianidad. Y eso ha alterado el equilibrio que nos ocupaba hasta entonces. ¿Hay que darles más importancia de la que tienen y plantearse qué sentíamos por esas personas? Pues yo creo que no… Pero tú dudas y sueles confundir las cosas. Y es algo que te ocurre a menudo. Sobre todo cuando se trata de amor. Sobre todo cuando se trata de ella. -David decide tomar un respiro, antes de continuar. Quizás ignora que sus palabras hacen tanto daño como bien- No sé explicarlo. Ella no estaba en tu vida hace unos días, ¿no? Decidió marcharse. Se fue. O quizás tú decidiste que se fuese, qué importa. Prefiero ahorrarme los detalles. Lo importante es que la vida os separó. Tú aquí y ella allí. El universo abrió una distancia entre vosotros. Y ese espacio que os separaba era incómodo de llevar al principio pero tú has podido convivir con él. Y no te engañes diciendo que no has podido vivir con él, ¿eh? Porque sí lo has hecho: has sido feliz, has sonreído, has regalado carcajadas, has llorado… Estabas de puta madre. El problema es que ella llega ahora para reclamarte su atención. Y entonces te surgen las dudas. ¿Por qué? Porque confundes amor y misericordia. Ella ha estado un tiempo alejada. Claro que la has echado de menos. Y claro has pensado en ella muchas veces. Tu vida tiene trozos de lo que viviste con ella. Y por definición, la añoranza no se borra con el tiempo. Pero has sido feliz sin tenerla en tu vida. Y si piensas que esa felicidad no era completa yo creo que te engañas. Porque disimulabas bien tu dolor. Vivías un periodo emocional estable. Has salido con nosotros, te has divertido con nuestras bromas, has dormido sin problemas... Yo podría hablarte ahora de mil momentos felices que te confirmarían esta opinión. Pero no voy a hacerlo. Simplemente voy a plantearte las cosas como son: ella ha llegado ahora y te ha dicho: Estoy aquí, hazme caso. Y tú has acudido, quebrando tu cabeza y dándole mil vueltas a todo. Porque lo peor no es que haya llegado. Es que se ha hecho visible como una puta tormenta que lo arrasa todo. Es su modo de decirte que no la olvides. Y tú caes en la trampa. No vas a lo sencillo sino que te pierdes en lo complicado de tus sentimientos. Y dices: joder, cuánto te he echado de menos. Y piensas: eres importante en mi vida. Y te convences a ti mismo: No podía vivir sin ti. Pero yo creo que todo eso es mentira. Pero claro, ella ha irrumpido de repente y lo ha jodido todo. Ha sacado lo peor de ti. Se ha alimentado de tu lealtad y de tu bondad. Ha buceado en tus sentimientos. Ha raspado en tu corazón y ha levantado tus astillas haciendo que te sientas culpable. Eres humano. Así que obviamente le prestas atención. ¿Es porque la quieres? Pues yo creo que no. Pero ella quiere que te lo creas. Quiere que sientas así de jodido y dudes y tengas miedo de nuevo. Quiere que su irrupción en tu vida te haga planteártelo todo. Y es lo que estás haciendo. Has decidido que todo se vaya a la mierda. Has pensado que necesitas cambiar de rumbo, pero lo cierto es que ibas por el camino correcto. Ella es solo tu deriva. Tú sabes que puedes ser feliz sin ella. No tienes ninguna deuda con nadie. Tu única deuda es contigo mismo. Y con tu derecho a ser feliz. Así que no des pasos atrás. No confundas las cosas, tío. Dedícate a vivir. Que es a lo único que tienes que hacer. Y si ha de ser sin ella en tu vida, pues mejor. A veces hay que elegir lo que uno necesita. Y otras veces lo que uno quiere. Yo creo que esta vez quieres lo mismo que necesitas: alejarte de ella. Entender que lo que pasó, pasó y en la memoria queda. El problema es que ella juega y te confunde y te hace sentir que quieres estar con ella y que la necesitas… Pero no confundas las cosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario