martes, 31 de enero de 2012

Atún y chocolate

Venía escuchando en el coche una canción de Javier Ruibal, que suena a 3x4 y ritmo de chirigota, y que lleva por título "Atunes en el paraíso". La canción la compuso para que fuese banda sonora de la película "Atún y chocolate", dirigida por su amigo Pablo Carbonell. Y lo cierto es que la película es una de las cosas más casposas que uno puede echarse a la cara. Poco presupuesto para efectos especiales, actuaciones mediocres de los actores y un ritmo lento que hace aguas. PERO (y dicen que cuando hay un pero no importa qué se ha dicho antes) la metáfora que encierra es preciosa. 

Como no os voy a contar la peli, os cuento la canción "Atunes en el paraíso", que es la historia de un hombre torpe, lacio e indeciso... que ante las dificultades que atraviesa, se propone que va a pescar un atún para hacer feliz a su novia, que quiere casarse pero no se atreve porque no tienen dinero.

Esa propuesta de ir a pescar un atún es la entrega de amor más sincera y limpia que uno puede esperar en un tipo como ese. Una entrega blanca de amor incondicional y torpe. De un amor sin más recursos que el propio amor...

Por cierto, ¿he contado la canción o la película? ... 


viernes, 27 de enero de 2012

Nunca te dije que todos damos algo

A veces tiene uno la sensación de que una relación se rompe cuando las partes desequilibran la balanza del dar y el recibir. Y se rompe quizás cuando uno de los miembros intuye que no da lo suficiente. O cuando darlo le cuesta más de lo habitual. 

A veces tiene uno la sensación de que da mucho en su día a día a otras personas de su entorno. Al menos así lo siente cuando, al caer la noche, evalúa las acciones de la semana y los gestos de cariño le resultan inagotables. Porque a una conversación le sigue otra. Y porque a una imagen en movimiento le sigue una serie de coñas. Son bromas que despiertan sonrisas y alienta recuerdos. Son gestos hechos fotografía o en forma de verso o de texto, que acaban transformados en un abrazo y en aliento.

A veces uno tiene la sensación de que los demás valoran esos gestos. Y cree incluso que los demás le dan demasiada importancia a no corresponderlos (a veces, quienes son depositarios de nuestros gestos se pueden sentir tan mal que se sienten incluso "culpables" de recibirlos). El problema es que quizás no saben que todos esos gestos son involuntarios. No forman parte de ningún plan, sino que surgen espontáneamente y sin premeditación, fruto del amor que uno no siempre sabe categorizar (porque si algo ha aprendido uno es que cualquiera se aclara con ocho tipos de amor y un solo amor completo).

A veces uno tiene la sensación de que aunque da mucho, recibe también mucho. Y siente que muchas veces recibe de los demás más de lo que se merece. Quizás porque recibe de otros más de lo que lo que estos creen entregarle. Y entonces piensa uno que quizás las personas de su entorno se entregan de un modo tan incondicional, de una forma tan gratuita e inconsciente, que ni siquiera ellos son conscientes del amor que envuelve cada una de sus "nimiedades". Y es por eso que uno valora mucho las imágenes, vivencias, gestos, saludos de buenos días,  y abrazos y caracolas que uno recibe a lo largo de la semana. Porque las caracolas sirven para oír el sonido del mar y poder dormir tranquilo. 

A veces uno piensa que no importan los por qués ni las consecuencias, ni el futuro ni la incertidumbre, ni los miedos ni el destino, sino que importa el camino. Porque cuando uno se va a la cama a una hora capicúa y evalúa lo que recibe y entrega siempre piensa que el intercambio no importa. Porque no hay balanzas para medir lo que se da ni lo que se recibe. Porque no solo importa la cantidad. Sino también las circunstancias que veces rodean cada gesto. Y cuando uno se va a dormir y piensa en la noche anterior, uno piensa que todo lo que se comparte con algunas personas tiene lugar desde el corazón una flor domesticada. Y siempre piensa que un corazón así es un corazón blanco. Y piensa que si ese corazón cree que recibe cosas, es porque también las da. Y entonces sonríe, porque está junto a alguien a quien puede dar algo, y de quien recibe algo. Y entonces uno piensa que no importa el futuro ni hacia dónde conduzca esa entrega... 

sábado, 21 de enero de 2012

Avenidas




- ¿Y cómo es esa avenida? -le pregunto.
- Es grande. Hay árboles a un lado y a otro. Y hay también un parque donde los niños pasan la tarde jugando... 
- ¿Es una avenida paseable?
- Sí. Muy paseable. Está llena de gente, que es como decir que está llena de vida. 
- ¿Y hay bancos? 
- Sí. Hay bancos a ambos lados. Para sentarse y disfrutar de la luz que se cuela por entre las ramas. Para relajarse y dejarse anestesiar por el sol. 
- ¿Y cómo se llama esa avenida?
- No puedo decírtelo.
- ¿Por qué?
- Porque no tiene un nombre fijo. 
- ¿Qué quieres decir?
- Pues que la avenida no tiene siempre el mismo nombre. A veces es la Avenida de la Felicidad, porque  los niños sonríen y gritan despreocupados. Otras veces es la Avenida de la Tristeza, porque los niños lloran desconsolados, sin poder encontrar los columpios. Y también es la Avenida del Miedo y de las Dudas. Sobre todo al caer la noche. Que es cuando todo es oscuro e incierto...  
- Entiendo... 
- ¿Seguro? -me pregunta extrañada- No es tan sencillo de entender, ¿eh? Porque el nombre depende realmente de muchas cosas. No solo de los niños del parque. Ni de si es de día o de noche. Depende de otras muchas cosas que no pueden verse a simple vista. Son cosas invisibles. Y a veces es casi imposible saber cuál es el verdadero nombre de la avenida en un determinado momento...  
- Hummm... -dudo, rumiando sus palabras- O sea, que aunque es una avenida, son muchas a la vez.
- ¡Eso es! Es una avenida, pero no siempre es la misma. Es una avenida que cambia.
- Lo entiendo -le digo, ahora mucho más convencido. 

Dudo un momento y luego añado:
- Debe ser una avenida preciosa. 
- Es una avenida extraña y compleja. No sé si es bonita o no.
- Bueno, yo no la he visto. Pero intuyo que debe ser preciosa.
- Realmente, lo es -me dice sonriendo. 

miércoles, 18 de enero de 2012

Nunca te dije que sé que sabes que estoy aquí

Llevo tiempo sin hablarte más que entre líneas. Es agobio acumulado y es una agenda apretada que me distrae y me anestesia de males y dolores que sufrí en silencio, y que quiero alejar para siempre. Por eso a veces mi silencios son intencionados. Manifiestan un deseo involuntario de no desequilibrar el nuevo espacio que se va configurando entre nosotros. Un nuevo espacio que me propuse construir este año, en el que una atmósfera amarilla nos envuelva. Hablo de un lugar especialmente diseñado para ti y para mí. Para nuestros miedos y nuestras confianzas. Sin resquicios donde se cuelen las mentiras ni el engaño. Sin espacios para achaques ni reproches. Porque el tiempo me enseñó que en el fondo de nuestros corazones habita un solo deseo: el de no hacer daño a quien para nosotros es importante. Y ese Corazón tan blanco que habita en nosotros, me lleva a pensar que estaremos ahí para siempre. [...]

Comenzaba así mi post "Nunca te dije que estoy ahí" cuando un gesto tuyo, que luego fue tarde y noche compartida, me demostró que sabes que lo estoy. No una ni dos, sino cien veces. Como en ese "hagamos un trato" de Benedetti, que debió ser del gusto de la bequeriana que ama la poesía directa al corazón (por si no lo sabes, esa chica tenía un convenio con una revista y solía salir cada mes en la columna de internautas que opinaban en el foro).

El hecho cierto es que sabes que esa atmósfera amarilla existe a pesar de los malos momentos que hemos tenido. Y no sé si sabes que es mi deseo que abuses de esa atmósfera en la que cohabitamos, sin tener remordimientos de hacerlo y porque disfrutes compartiendo conmigo las cosas que te inquietan. Porque cada día me convenzo más de que tu cercana presencia y tu confianza complementan parte de lo que soy. Como si me hiciesen más grande, que es como decir que me hacen más vulnerable a tus ojos. Sin saber cómo. Sin saber por qué. Pero alegrándome de recuperar esos momentos de complicidad de los que disfruto.

Y decía en ese post que ya no publicaré (¿qué sentido tendría hacerlo ahora?) que realmente "No tengo varitas mágicas. Aunque sabes que me gustaría para tocarte con ella y cambiar lo que quieras. Para hacerte feliz y lograr que encuentres en tu vida lo que deseas. Me gustaría decirte que todo irá bien. Abrazarte y hacer que vivas las cosas de otro modo, lejos de frustraciones y del dolor, porque la vida me enseñó en la enfermedad que uno debe disfrutar de lo que traiga la marea." Y te decía también (aún desde la ignorancia de no haber compartido contigo ese momento de sinceridad) que "si algo no puede ser, ha de tomarlo con normalidad y engañarse cuantas veces necesario para sobreponerse al golpe, pero no debe nunca traicionar sus principios." Y te decía que "si uno descubre que un camino no sirve, debe buscar otro... Y si uno no sabe dónde dirigirse, debe pararse. Y si uno cree que está derrotado, y que ya no hay más esperanzas, entonces debe luchar. Porque muchas cosas merecen la pena. Y porque la vida se va encargando de demostrarnos cuáles son esas cosas".

El hecho es que ya te dije esas cosas con mis silencios y mis bromas. Y con mis manos tendidas que tú acaricias con tus palabras y tus sonrisas. Demostrando una complicidad que valoro y atesoro. Esas risas que te arranco y me levantan el ánimo en los días de agobio. Esos besos robados a base de bloqueos juguetones valen para mí más de 1.80. Porque me agrada saber que sabes que estoy aquí. Por eso, ahora decido concluir del mismo modo que lo hice cuando te confesé que "Nunca te dije que estoy aquí":

"Perdona mi intromisión [...] pretendía decirte que nunca te dije que estoy aqui."

Yo sé que lo sabes.  

domingo, 15 de enero de 2012

Sábado y Domingo no son lo mismo

Bajábamos de la sierra. Conducíamos camino del sur discutiendo sobre el amor y lo complicado que son algunas relaciones. La gente se separa. Es ley de vida. Y cada cual tiene sus motivos para hacerlo. 

Es triste. Pero hay cosas que se rompen para siempre. Sobrevivir consiste en sobreponerse a los recuerdos. En aprender a olvidar. Los buenos recuerdos que compartimos con una persona forman parte del pasado. Están ahí. En nuestra mente. Pero son solo parte de nuestro bagaje. No son un lastre para el futuro. No. Nada de eso. Más bien al contrario: son una muestra de las buenas que nos han pasado en la vida. De lo importante que otros han sido para nosotros y de lo importante que nosotros podemos llegar a ser. 

- Una separación siempre es complicada. Sobre todo si llevas menos de un año casado y tantas cosas han sucedido en tu vida. 
- Pero uno no ha de juzgar jamás una relación desde fuera. Si las personas involucradas no se entienden a sí mismas, una que lo evalúa desde fuera puede ver las cosas con objetividad e imparcialidad. Eso es algo que he aprendido hace poco. A no meterme en la relación que otros tienen...
- No. Si yo no te hablo de intromisión. Y no pretendo buscar culpables. Solo analizo las consecuencias. Si te pones a analizar por qué ocurren las cosas, te pierdes. La clave está en pensar en las consecuencias, ¿me entiendes? ¿Cómo están ahora? ¿Cómo se sienten cuando ha pasado todo?
- Te entiendo... pero no sé a dónde quieres llegar.
- No sé. Pero yo a él lo veo amargado, tío. Está siempre serio. No hace bromas...
- También lo estaba antes. Cuando estaba con ella. 
- Sí, es cierto... pero hay que reírse más... No se puede ser un triste de vida
- Es parte de su personalidad. No le conozco mucho, pero hay gente así. De hecho,  conozco a mucha gente que vive bien acariciando la melancolía. Que se siente cómoda así. 
- Quizás. Pero en la vida hay que ser más optimista. Hay que darle vidilla a la cosa, ¿no?
- ¡Joder! A mí no me lo digas. Sabes que me encanta ser optimista y reírme... De hecho, nada me gusta más de una tía que su modo de sonreír...
- ¡No estamos hablando de lo que te gusta en las mujeres! -me recrimina.

Entonces hemos hablado de los domingos. De lo que significan los domingos por la tarde. Y de lo que suponen los sábados. Que son, por definición, días alegres y distendidos. En los que debería estar prohibido los malos rollos. 
- Los sábados no deben fastidiarse por nada del mundo.  Hay una canción que habla de eso -me ha dicho entonces- Es preciosa. Aunque es triste, porque es de un tío que lo quiere dejar con su novia.
- Dime el título.
- Se llama sábado. Es del Puchero del Hortelano.
- jaja! -me río- Eres un crack tío. Solo tú escuchas a esos grupos tan rústicos
- ¡Vete a la mierda! -nos reímos- Anda, para ya. Que hay que echar gasolina. 


viernes, 13 de enero de 2012

Indignación

No sé bien cómo escribir esto. Porque no soy de impulsos cuando tengo que escribir un post. Soy más de evaluar cada palabra. De leer y releer hasta que el contenido queda bien enmarcado en un contexto decente. Pero hoy no estoy para decencias. Ni para post bien escritos. Porque hay una chica muerta, cuyo cuerpo no aparece, y hay un condenado por asesinato (que no de violación), con un montón de cómplices e implicados (de modo más o menos directo) que saldrán absueltos. Hoy lo único que sé es que la madre de la muerta perdió hace tiempo a su hija. Ella y su familia solo buscan algo de justicia. Justicia no es castigar a esos tipos con su vida. Pero tampoco es permitirles que se rían de nosotros. La indolencia debe castigarse. La altivez también. Sé que son castigos morales, y que si entramos en esa espiral nadie podrá castigar al castigador, pero vivimos en un país en el que quieren prohibir las corridas de toro mientras que presenciamos cómo unos niñatos nos torean y se ríen de nosotros. Así está el país. Y entre tanto tweet indigando alguno habla de la esperanza de estar unidos. Ojalá sea así. Pero yo, que soy un optimista confeso, empiezo a pensar que la justicia no tiene demasiado remedio. La justicia sale perdiendo con este caso. Y si alguien gana es el abogado defensor, que se hará famoso por su gran defensa y por haber logrado que los máximos responsables salgan indemnes. Para mí su minuta está manchada de sangre. Y es tan culpable como el asesino. España. Damos asco. 

jueves, 12 de enero de 2012

Tu sonrisa

A veces, bastan con las sonrisas... otras veces, no.

Pero si has de calla, 
con tu sonrisa me bastaría.


miércoles, 11 de enero de 2012

Respire normal

Cuando entras te dicen que te relajes y te preguntan si es la primera vez que estás allí. Cuando les dices que no, se ríen y te tildan de veterano. Supongo que lo hacen para rebajar la tensión del momento.
- Entonces no hace falta que te explique de qué va esto, ¿verdad?
- ¡Qué va! Me lo sé de memoria, no te preocupes -contestas risueño, al tiempo que alargas tu brazo izquierdo.

Entonces uno de los enfermeros te pone un elástico en el bíceps y te dice que abras y cierres el puño varias veces. Te clava una aguja de forma mecánica y experta. Él no titubea así que a ti no te duele.
- En un momento estamos listos -te dice. Y te saca sangre suficiente para rellenar tres pequeños recipientes cilíndricos, cada uno de ellos con un cierre de distinto color (blanco, morado y amarillo). 

Cuando acaban, diriges tus pasos a una pequeña sala y esperas leyendo hasta que anuncian de nuevo tu nombre. Cuando por fin entras en la sala del TAC, ves que ahí está tu vieja amiga. Esa cama blanca de plástico con cabecera en forma de donuts.
- Túmbate con la cabeza en esta altura -te señala una enfermera joven y guapa. Y tú obedeces. Pensando que nunca podrás tener nada con una enfermera joven y guapa que sabe que eres un paciente joven y enfermo. Y piensas: "¿En qué pesarán realmente las enfermeras jóvenes y guapas cuando me ven?". Y piensas que un día te gustaría invitar a una de esas enfermeras a cenar. Para ver cómo reaccionan.
- Disculpa. Voy a ponerte esta gasa en los ojos para evitar que las radiaciones te provoquen daños oculares -te explica la enfermera con una sutil sonrisa. Y luego se marcha a una sala contigua, dejándote solo, con tus pensamientos interrumpidos.

Entonces la máquina se mueve lentamente.
- Coja aire y manténgalo -te dice una voz a través de unos altavoces- Ahora, respire normal. 


Tú obedeces las órdenes que te dan, sintiendo cómo el yodo va poco a poco recorriendo tus venas, inundándote por dentro. Notas primero un escalofrío para terminar sintiendo un calor intenso en todo el cuerpo. Notas también un sabor metálico en la boca, signo de que el contraste yodado se ha propagado ya todo tu cuerpo. Es el momento de terminar. 
- Recuerda que debes beber mucha agua durante el día para eliminar el contraste con la orina. La semana que viene tendrás los resultados. 

Cosas (o todo lo contrario)

Hay cosas que uno tiene. Hay cosas que uno quiere. Hay cosas que uno desea. Y hay otras cosas que uno, simplemente, encuentra. 

Se es feliz cuando se encuentra lo que se quiere. Cuando se quiere lo que se tiene. O cuando se desea lo que, fortuitamente, se encuentra. Produce miedo, por contra, tener que buscar lo que se quiere. Porque uno no siempre sabe hacia dónde dirigir sus pasos. Y porque produce rabia no encontrar lo que se desea. Como también produce frustración acabar teniendo lo que no se quiere, o no querer lo que al final se encuentre. 

Yo he tenido cosas que no he querido. He deseado cosas que no podré tener jamás. Y he encontrado cosas que no he buscado ni perseguido. Algunas de esas cosas que han llegado a mi vida de forma fortuita me han hecho tremendamente infeliz. La mayoría corresponden a erráticas vidas en mi entorno que me afectan, así como a gestos de personas que, de modo inconsciente, terminan haciéndome sentir torpe e insignificante con sus acciones. Pero existen también otras muchas circunstancias positivas en mi día a día, como existen personas que se cruzan en mi camino y confiesan encontrar en mí lo que desean. Esas personas afirman que conmigo en sus vidas tienen lo que quieren. Y esas palabras me destruyen por dentro porque no estoy aleccionado para reaccionar a declaraciones de ese tipo. 

Después de casi treinta años, no sé en qué consiste la vida. Quizás tener, querer, desear y encontrar sean verbos que no pueden conjugarse conjuntamente. O quizás  son perfectamente compatibles y la estabilidad consista en tener lo que se quiere, querer lo que se tiene y desear lo se que encuentra. Quizás yo tenga que aprender a no desear nunca nada más. Y quizás tenga que aprender a no esperar nada de nadie. Sí. Quizás deba enfocar mis esfuerzos en querer lo que ya tengo y disfrutar de lo que encuentre. Sin desear nada más que seguir siendo aquello que soy. Sin aspirar a grandes conquistas ni enarbolar banderas de ningún tipo. Quizás la felicidad trate de eso. O quizás trate de todo lo contrario.

jueves, 5 de enero de 2012

Reyes mágicos

Estimados reyes mágicos,

Son las 3:24 de la madrugada y creo que va siendo hora de dormir (sé que debería haberme acostado antes pero habrán observado ustedes que he andado liado hasta hace poco con un virus inoportuno...). 

Os escribo porque en unas horas me despertaré dispuesto a recoger más regalos de los que probablemente merezca y antes de hacerlo me gustaría pedir cosas inmateriales, empezando por lo más importante: SALUD para mí y los míos. Quisiera pedir también PACIENCIA para que sepamos comprendernos. ILUSIÓN para que no dejemos de luchar por lo que soñamos y PERSEVERANCIA, para cuando lleguen los malos momentos. 

En este año quisiera seguir aprendiendo de la vida, y es por ello por lo que pido SINCERIDAD para no tener que satisfacer siempre al otro y HUMILDAD para reconocer los errores y todo cuanto de humanidad existe en mí. Creo que he adolecido de ORGULLO este año, así que no vendrían mal unas dosis de CORAJE para afrontar los problemas que a menudo esquivo. Pido FUERZAS para seguir levantándome y pido que las cosas vayan bien en el TRABAJO. Quisiera también continuar manteniendo mis talentos, puesto que solo siendo feliz yo puedo regalarles sonrisas a los demás... Dejadme por tanto, algo del espíritu del niño, porque solo él tiene la capacidad para sorprender a los que le rodean.

Y aunque esta carta debería ser eterna y ahora vienen a mi mente mil peticiones más, voy a evitar la ñoñería. Solo espero que el próximo año permanezcan en mi vida las personas que quiero (y hayan desaparecido de esta vida todas las relaciones y circunstancias que no son beneficiosas para mí ni mi entorno). 

Un fuerte abrazo, 

PD. No pido dinero para nadie, porque supongo que eso es algo que no se pide, pero quisiera que los desempleados de España tengan un TRABAJO y que la situación económica de tantas familias mejore... Si he de renunciar a mis deseos anteriores para que muchos sean felices en su vida, sabéis bien que lo haré... 

miércoles, 4 de enero de 2012

Iniciales y rúbrica de ecuación

Para: MJ2C

Probablemente no sepas que últimamente te tengo presente por mil motivos. Te tengo presente, por ejemplo, cuando veo un Belén y pienso en los portales que veíamos al comienzo de cada año. O cuando paseo por los puestecillos del centro de Málaga. Siempre que los visito, tu sonrisa viene a mi mente, y rememoro aquellas noches gélidas que compartíamos comprando regalos. ¿Recuerdas cómo nos escondíamos del mundo, refugiándonos de la lluvia bajo un único paraguas? Yo era mucho más joven entonces. Apenas un impúber varón que se abría paso a la vida sentimental, deseoso de explorar cuerpos de mujer, pero prudente aún para manifestarlo abiertamente. 

Aquellos primeros años que compartimos eran años de indecisiones y dudas. Años de Nocheviejas solitarias, rodeadas de gente. Años de amigos a los que no veía futuro. Eran años de abrazos y besotes gordos. Años de películas que nos hablaban de que Quedaba Mucho por Hacer, o de canciones que nos decían que Hoy Empieza Todo (¿o era al revés?)...

Pues bien, te escribo para decirte que hemos comenzando un nuevo año. Y me apetecía decirte que 2012 no trae demasiados cambios. Aparentemente, todo va bien por aquí. Aunque he de reconocer que en las frías tardes de invierno se echan de menos tus abrazos y la calma que insuflabas a mi espíritu. Se echan de menos las tardes de paseos eternos, o las noches que me sentabas en una silla, me tapabas los ojos y me hacías llorar con tus palabras.

Ahora, que mi cabeza da vueltas y evalúa mil posibles posts, me decido por fin a escribirte para decirte que siempre te tengo presente en mis misivas y que eres de las personas con las que merece la pena compartir parte del camino. Como sé que no me leerás quiero agradecerte mil gestos de tu 2011. Mil guiños de complicidad que he vivido a partir de tus frases sinceras o de tus confesiones en facebook. Esas frases, a kilómteros de distancia, me hacían sentirme cerca de ti y de tus vivencias. Porque tu espontaneidad, tu disposición y tu ternura, fueron siempre disfrazadas en un carácter frío e inaccesible. Hasta que me cogiste cariño y un día, sin saber cómo, ambos terminando subiendo al altar para hacernos aceite que impregna (y luz que brilla, y sal que sala).

En fin. Es tarde. Y quedan muchas cosas por hacer. Como te he dicho, mi mente elucubra posibles posts (aunque he de confesarte que cada vez me quedan menos cosas por decir). Y yo solo quería decirte que este primero va para ti. Para lo que me enseñaste. Y para agradecerte que me ayduases a romper aquel cuadrado rodeado de arena (¿lo he roto de veras?). No sé... a veces dudo de quién soy y de en qué me he convertido. Pero desde lo más hondo de mi corazón, te mando un beso enorme. Y espero que tus ojos verdes sigan brillando siempre, allá donde estés.