domingo, 15 de enero de 2012

Sábado y Domingo no son lo mismo

Bajábamos de la sierra. Conducíamos camino del sur discutiendo sobre el amor y lo complicado que son algunas relaciones. La gente se separa. Es ley de vida. Y cada cual tiene sus motivos para hacerlo. 

Es triste. Pero hay cosas que se rompen para siempre. Sobrevivir consiste en sobreponerse a los recuerdos. En aprender a olvidar. Los buenos recuerdos que compartimos con una persona forman parte del pasado. Están ahí. En nuestra mente. Pero son solo parte de nuestro bagaje. No son un lastre para el futuro. No. Nada de eso. Más bien al contrario: son una muestra de las buenas que nos han pasado en la vida. De lo importante que otros han sido para nosotros y de lo importante que nosotros podemos llegar a ser. 

- Una separación siempre es complicada. Sobre todo si llevas menos de un año casado y tantas cosas han sucedido en tu vida. 
- Pero uno no ha de juzgar jamás una relación desde fuera. Si las personas involucradas no se entienden a sí mismas, una que lo evalúa desde fuera puede ver las cosas con objetividad e imparcialidad. Eso es algo que he aprendido hace poco. A no meterme en la relación que otros tienen...
- No. Si yo no te hablo de intromisión. Y no pretendo buscar culpables. Solo analizo las consecuencias. Si te pones a analizar por qué ocurren las cosas, te pierdes. La clave está en pensar en las consecuencias, ¿me entiendes? ¿Cómo están ahora? ¿Cómo se sienten cuando ha pasado todo?
- Te entiendo... pero no sé a dónde quieres llegar.
- No sé. Pero yo a él lo veo amargado, tío. Está siempre serio. No hace bromas...
- También lo estaba antes. Cuando estaba con ella. 
- Sí, es cierto... pero hay que reírse más... No se puede ser un triste de vida
- Es parte de su personalidad. No le conozco mucho, pero hay gente así. De hecho,  conozco a mucha gente que vive bien acariciando la melancolía. Que se siente cómoda así. 
- Quizás. Pero en la vida hay que ser más optimista. Hay que darle vidilla a la cosa, ¿no?
- ¡Joder! A mí no me lo digas. Sabes que me encanta ser optimista y reírme... De hecho, nada me gusta más de una tía que su modo de sonreír...
- ¡No estamos hablando de lo que te gusta en las mujeres! -me recrimina.

Entonces hemos hablado de los domingos. De lo que significan los domingos por la tarde. Y de lo que suponen los sábados. Que son, por definición, días alegres y distendidos. En los que debería estar prohibido los malos rollos. 
- Los sábados no deben fastidiarse por nada del mundo.  Hay una canción que habla de eso -me ha dicho entonces- Es preciosa. Aunque es triste, porque es de un tío que lo quiere dejar con su novia.
- Dime el título.
- Se llama sábado. Es del Puchero del Hortelano.
- jaja! -me río- Eres un crack tío. Solo tú escuchas a esos grupos tan rústicos
- ¡Vete a la mierda! -nos reímos- Anda, para ya. Que hay que echar gasolina. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario