Hay una persona muy especial en mi
vida que tenía por costumbre pintar de diferentes colores los días de su
calendario –digo que tenía por costumbre porque, hasta donde yo sé, agosto no
tuvo color para esa persona.
Cuando coloreaba un día de rojo significaba
que había sido un muy buen día. Un día distinto a los demás. Un día para no olvidar. A mí ese
color y ese modo de proceder me ha evocado siempre a Christopher
Boone, el protagonista del que
probablemente sea mi segundo libro favorito después de “El Principito” (*). Pero tampoco
quiero yo ahora hablar de mis libros favoritos ni de cómo es un día rojo en la
vida de esa persona, porque no era ese el objetivo del post (además, no sabría
describir con palabras el torrente de sentimientos y cosas que pueden sucederse
en uno de esos días rojos).
Lo único que quería decir en este
post es que los días malos para esa persona eran los días verdes y los normales
eran los días azules. Y a mí eso siempre me ha liado mucho, porque soy torpe
para algunas cosas y porque a veces relacionaba (equivocadamente) el azul con
la tristeza. Mi error tiene justificación: la palabra azul en inglés (blue) significa triste. Así lo descubrí
con una canción de Nat King Cole que comienza diciendo “Pretend you are happy
when you are blue” (Finge que eres feliz cuando estás triste). Esa canción es
muy importante para ambos y sé que le tenemos mucho cariño. Fue una de las
primeras canciones que oímos juntos. Por eso, cuando la he escuchado esta tarde
no he podido evitar acordarme de ella y de los días azules y verdes. Y he
deseado que no haya muchos días tristes en su vida. Y aunque esa persona está
siempre en mi vida y me acuerdo constantemente de ella, he pensado durante un largo
rato en muchas cosas importantes que hemos compartido. Y casualmente después de
pensar eso, he seguido con la lectura del libro de Murakami sobre correr (la
horas de espera en el médico dan para mucho y ya estoy a punto de acabarlo). Me
ha tocado un párrafo en que Murakami hablaba de la tristeza del corredor (the runner’s
blue) y de cómo a veces el corredor pierde la motivación para seguir corriendo.
Así que he pensado escribir un post
que hable del rojo, del verde y del azul, y hable de lo importante que es
seguir corriendo (sobre todo para mí, que quiero empezar a hacerlo). Sé que
nada en este post tiene sentido y tenía otro escrito desde esta mañana (con
vídeo incluido) pero a veces me apetece desnudarme y dejar cierto espacio para
la espontaneidad, así que me he permitido el lujo de decir todo esto. Sobre
todo, porque cuando termine de leerme el libro de Murakami me leeré un libro
que me regaló esa persona para mi cumpleaños. Y estoy deseando que ese día
llegue.
(*)
Hablo de “El curioso incidente del perro a medianoche”, un libro que está por
debajo de “El Principito” pero que se encuentra probablemente a la misma altura
que “Alicia en el País de las Maravillas”.