Hola pequeño,
He leído tu nota y me he acordado de una canción adorable de Serrat, especialmente
apropiada para esos momentos en que uno decide pararse a reflexionar sobre su
dicha. Muchas veces resulta conveniente tomarse un respiro y recapacitar sobre
lo que nos acontece. También es importante (y a veces inevitable) desistir en el
intento por racionalizarlo todo. Reconozco que entonces la mejor alternativa es
alabar a Tyche y dejar que nuestro mundo se postre a los pies de la diosa fortuna.
Sin pretenderlo y por
casualidad. Eso dices. Puede que lleves razón. Pero no hay que sobredimensionar algunas
cosas. Es cierto que el azar es caprichoso, que lo casual forma parte de la vida;
pero no es menos cierto que el azar hay que buscarlo. Uno debe acumular
méritos para que la rueda del “determinismo complejo” funcione del modo
apropiado. Excepto extraños acontecimientos, como el de nuestro amigo Cristóbal, podría decir que solo quien sabe hacia dónde se dirige consigue llegar al lugar idóneo.
Y yo creo que lo que lo
has logrado. Ítaca está aún lejos, pero tú supiste cambiar el rumbo. Abandonaste una espiral gobernada por la melancolía que subyace
en lo que no pudo ser, y ahora vives ilusionado, mirando hacia el lugar donde todo ocurre una hora más tarde.
Creo que debes sentirse afortunado por ello. Que debes disfrutar de la felicidad que mereces.
Desde la distancia, yo me siento afortunado.
Desde la distancia, yo me siento afortunado.
Un fuerte abrazo.
Me has emocionando, tonto.
ResponderEliminarObviamente, como decía al final de mi misiva, no todo fue casualidad. Había mucho de pretensión, mucho de reenfocar el camino de ambos.
Pero ya ves, al final la vida no deja de ser ese viaje a Ítaca. Ese eterno regreso a la felicidad. Conocerla fue como ver las gaviotas.
Espero que tu barco siga amarrado a buen puerto por mucho tiempo, navegante ;)
Un abrazote