miércoles, 29 de febrero de 2012

Nunca te dije que todos necesitamos algo

- Todos necesitamos algo -le digo a Ana- No eres la única.
Estamos sentados en una cafetería del centro. Es un café antiguo, decorado en madera. El lugar era frecuentado por intelectuales y escritores de finales del siglo XIX. Las fotografías en blanco y negro en las paredes así lo atestiguan. Hay también instantáneas de cantantes de copla y toreros fallecidos. No conozco a la mayoría de ellos, pero puedo imaginarme cómo eran sus vidas en este lugar. La tarima sobre la que se yergue nuestra mesa me sirve como pasadizo hacia esa época. Cruje cuando el camarero la pisa y entonces puedes transportarte a un mundo en el que el aroma del café caliente y el bullicio del local se entremezclaban con el olor a puro, la sonrisa pícara y el galante saludo del terrateniente, que inclinaba su sombrero ante la aparición de una recatada dama.

Ana y yo sentados en nuestro sitio favorito: al lado de la ventana que mira a la Calle Mayor. Cuando éramos novios, veníamos aquí a menudo. Nos gustaba pasar horas mirando a los viandantes, cargados con sus compras, invadidos por el espíritu las prisas, ajenos al espacio temporal que se había abierto entre sus prisas y nuestro espíritu. Pero últimamente Ana y yo apenas quedamos. Al principio fui yo quien me alejé, porque me había enamorado de otra persona. Pero ahora es ella la que procura mantener las distancias conmigo Esta mañana, sin ir más lejos, he tenido que insistirle mucho para arrancarla de casa. Es cierto que llovía mucho y que ella no es muy dada a salir los domingos, pero yo necesitaba verla. Necesitaba mantener con ella esta conversación en nuestro café favorito. Aunque ahora que la tengo frente a mí, la noto ausente y apagada. No logro descifrar qué pensamientos rondan su mente. Antes era distinto. Me bastaba con dos frases estúpidas para hacer que se abriese a mí. Entonces yo era capaz de descifrar el Intrincado laberinto de sus pensamientos. Pero hace meses que perdí la caja de cerillas que iluminaba su rostro. Ya no sonríe cuando bromeo. Ni siquiera tenuemente. Tampoco lo ha hecho esta mañana, cuando le dije que iríamos al bar de siempre, “donde el espíritu de Valle-Inclán, Benavente y Rubén Darío ha perdurado en el ambiente, a pesar del precio del café.” Antes ella se reía cuando yo le decía esas cosas. Pero ya no lo hace. Ahora solo mira, en silencio. Y su mirada está ausente, aunque su voz, cansada, trate de disimularlo, alentándome a empezar con mi perorata.

- ¿Para qué me has llamado? – me pregunta por fin. Y yo la noto molesta, pero prefiero ignorarlo.
- Esta mañana, cuando hablamos me dijiste que necesitabas cosas… Sólo quería decirte que todos necesitamos cosas, y que si tú me necesitas a mí, pues que me lo digas porque yo también te necesito a ti, y si yo no puedo estar en tu vida por algo, pues no estaré, pero que haré todo lo que está en mi mano para que todo vaya lo mejor posible en tu vida y para hacerte feliz, y si pasa algo ahora mismo, o hay algo en lo que pueda ayudarte, lo que sea, pues que cuentes conmigo, que yo te ayudaré en la medida de lo posible, aunque tenga otros asuntos y otras cosas, porque me importas tú y ayudarte a encontrar las cosas que necesitas, por difíciles de encontrar que sean… No sé si sabes a lo que me refiero… Pero que me tienes a mí y eres una de las cosas que yo necesito. No sé si te pasa lo mismo que a mí, pero tampoco sé cómo expresarlo mejor, porque ya sabes que soy torpe y me cuesta ordenar los pensamientos… -Ana me sonríe y yo malinterpreto su gesto - He llamado para decirte eso, Ana. Que todos necesitamos cosas y que yo te necesito a ti… Y que te quiero. Que te olvides de todo lo que ha pasado hasta ahora en tu vida, y de todo lo que ha pasado en la mía. Quiero que me des la oportunidad de empezar de nuevo porque te voy a hacer feliz. O al menos voy a intentarlo. Aunque sea difícil. Aunque tenga que morir en el intento. Pero yo me he propuesto hacerte feliz. Y es lo único que quiero hacer ahora…

Ana sonríe de nuevo. Parece satisfecha después de haber escuchado mi discurso. Y de repente se levanta y viene hasta mi lado. Besa mis labios lentamente. Es el mejor beso que me han dado nunca. Es un beso lento, una danza entre dos lenguas que se echaban de menos, y que se buscan ahora con pasión. Es un beso que dura un tiempo indescifrable porque cuando ella separa sus labios de los míos es como si el tiempo se hubiese detenido.
- No vuelvas a llamarme para decirme este tipo de cosas, Ismael –me advierte de repente, separándose de mí.
Y veo cómo coge su bolso y se aleja. “Y por favor, no vuelvas molestarme”, añade.
-¿Me escuchas, Ismael?
- ¿Qué? –digo volviendo en mí.
- No tienes remedio… -se queja ella- En serio, estoy hablándote y me ignoras.
- No te ignoro. Me puse a pensar en algo, disculpa. ¿Qué me decías?
- Nada. Solo te estaba diciendo que no vuelvas a llamarme para decirme este tipo de cosas. Sabes perfectamente que yo también te necesito en mi vida. Eres la persona a la que amo. Te deseo. Pienso en ti cada noche. Imagino tu voz cada día que amanezco sola entre mis sábanas. Y me muero de ganas porque seas mi oasis. Lo sabes.
- Sí. Pero me gusta tu voz y me encanta oírlo.
- Pues te lo estaría repitiendo cien veces.
- ¿Solo cien? –bromeo.
- Bueno, ciento una –sonríe- Anda, ven aquí y bésame...
- Te quiero, Ana.
- Y yo a ti, tonto.

FIN

jueves, 23 de febrero de 2012

Vino y besos

Como tengo tantas cosas que escribir ahora mismo, no voy a extenderme mucho. Voy a limitarme a poner una canción. Y esta canción me sirve para recordarme que nunca te dije que pasaría el día entres tus sábanas, recorriendo con mis colmillos cada uno de los rincones de tu cuerpo. Quiero conocer ese cuerpo y aprendérmelo de carrerilla. Quiero besarte cada momento que tiene el día. Dame de ti cada amanecer. Toma de mi cada madrugada. Emborracharémosnos juntos hasta morir extasiados.



Que me muera si no te quiero yo, que me sé tu cuerpo entero de carrerilla: el mapa de tus lunares, las vueltas que da tu pelo, la forma de tu rodilla.

Y cuanto más tengo más quiero yo. ¡Ay!, me paso la noche en vela. pá mirar como un chiquillo cómo se pone la luna por detrás de tus caderas.

Vino y besos... y que se pare el reloj, llena que llena el vaso de mi alegría. Tu vinillo qué me ha hecho, por las uvas de tu pecho de ti me emborracharía.

Y entre la luna y el ordenador, la televisión y la vida interactiva por aquí ya no hay quien pase, ¡que me parta un rayo láser!, que te fuiste de mi vida.

Y si no te tengo no vivo yo, ¡ay!, no sé cómo dar contigo. Internet ya no me fía y no tengo ni pa' sellos, que si no, te escribiría.

Vuelve pronto, te necesito aquí para que te encargues de esta melancolía, de poner mi corazón en orden y otras cosillas pendientes que habrá que poner al día.

Que me muera si no te quiero yo...

miércoles, 22 de febrero de 2012

Nunca te dije que la locura me ronda la mente

Vas a volverme majareta. Pero si muero, prefiero que sea de locura. Deseando acariciar tu cuerpo. Tumbado sobre tu cama. Mirándote. Acariciándote. Enredándome en tus besos. Atrapado por la ropa que voy quitándote con pasión. El cinturón que no se resiste a ser arrebatado. El vaquero a media rodilla que apretaba tu sexo. Si muero, que sea ahora mismo. Si muero, que sea junto a ti. 

martes, 21 de febrero de 2012

Órdago

Hay peticiones que uno querría aceptar de inmediato. Sobre todo cuando otros ojos te hablan. Cuando alguien te mira de forma transparente desde el otro lado de la cama, y con voz soñolienta te dice cariño. antes de que empiece el día. Hay peticiones que uno no puede rechazar. Así que nos vemos esta noche entre tus sábanas. Sabes qué ropa llevaré. Tú, espérame con tus labios. Prepara tus manos para hacer que salte la chispa. Cómeme. Y déjame que te coma y me emborrache de ti...

lunes, 20 de febrero de 2012

Nunca te dije que colecciono amaneceres

- Buenos días, señor.
- Calla, por favor. No me interrumpas.
- ¿Por qué? ¿Qué haces?
- Miro al horizonte, ¿no me ves?
- Sí... Pero ¿por qué lo haces?
- Espero a que salga el sol. Colecciono amaneceres. 
- ¿Coleccionas amaneceres?
- Los guardo en mi retina. Los capturo.
- ¿Y para qué los quieres? ¿Los venderás luego?
- No.  Los amaneceres no se venden.
- ¿Se alquilan?
- Tampoco.
- ¿Entonces, qué sentido tiene hacerlo?
- No lo entenderás.
- Explícamelo. 
- Los guardo celosamente. Los atesoro para revivirlos.
- ¿Los amaneceres?
- Sí. Los imagino de nuevo. Los saboreo lentamente, tumbado en el césped mojado. Imagino todo lo que sucedió mientras el sol empezaba a surgir de nuevo. Un nuevo día que disfrutar de este mundo repleto de insatisfacción. 
- ¿Qué haces cuándo piensas en los amaneceres?
- Me detengo en los detalles. En las personas que estaban conmigo y en las que me gustaría que hubiesen estado.
- ¿Son valiosos tus amaneceres?
- Sí. 
- ¿Todos los que has vivido?
- No. Tengo amaneceres anodinos y decrépitos, llenos de indiferencia y pasotismo. Y tengo otros de lujo. 
- ¿Amaneceres de lujo?
- Amaneceres especiales por las personas que estaban conmigo en ese momento, o por el paisaje. Amaneceres de pasión. 
- ¿Y también coleccionas atardeceres?
- No. Los atardeceres no se guardan. Son momentos para hablar de tu día a día. Para tomar café y reír. Los atardeceres son oásis para estar junto a ella. 
- ¿Junto a quién?
- Junto a la chica que valora mis amaneceres. 
- ¿Quién es esa chica?
- No importa su nombre.  
- Pero si no tiene nombre, no existe.
- Sí existe. Porque tiene voz. Y cada noche me dice "abrázame.". Y me dice "Quiero que durmamos juntos esta noche." Y si yo le pregunto "¿Solo esta noche?" ella responde: "Al menos esta noche". Y yo la beso y la abrazo. E imagino que llega la primavera. Y que todos los amaneceres a su lado van a ser amaneceres de lujo. 

viernes, 17 de febrero de 2012

Hasta que llegue el verano...

El viento llega helado, se cala entre los huesos y nos invade por dentro en este invierno cruel. Pero casi todos los días sale el sol. Y si sabes resguardarte detrás de los muros de la ciudad, podrás disfrutar de ese otro día, más cálido y placentero, mientras caminas por una acera e intercambias confesiones al otro lado del teléfono. El viento es gélido y displicente, la tormenta no tiene nombre, pero te abrazas al aire y dejas que te arrastre por fin. Te mueves desde algo llamado vacío hacia algo llamado indefinición. Y en el camino que dejas tras de ti hay ciertas certezas que te impulsan a seguir caminando... Golpe a golpe, verso a verso. Hasta que llegue el verano y con él se abra otro camino. Iniciado en el calor de un  sutil e ilusionado abrazo.

lunes, 13 de febrero de 2012

Nunca te dije que tengo una piedra volcánica con la que el viento nos llevará

A pesar de que luce el sol, hace frío. El viento azota mi cuerpo. Me tambaleo y me muevo de un lado a otro. Mis gafas han salido volando con una ráfaga fría y ahora las busco, palpando el suelo de arena blanca donde me encuentro. Las encuentro por fin y me las pongo. Miro al horizonte. A cada poco, hay dunas. La playa parece un desierto. La playa... susurro inconscientemente. Fijo la mirada en el mar y las olas. El Atlántico es de aguas frías como mi cuerpo, que muere congelado si no tiene tu calor. La orilla, suspiro. Debería ahora tumbarme en la orilla y dejar que las olas me lleven. Si existe la casualidad me arrastrarían a tu lado...

Camino por la playa y el pie se hunde en la arena. Odio que mis pies se llenen de arena cuando estoy vestido de calle. Es una estúpida manía, pero si uno quiere llenar sus pies de arena ha de ir en bermudas, no en pantalón vaquero. La arena...

Me conoces, porque quiero que me conozcas, me has dicho. Y es una de las mejores cosas que has hecho, me defiendi yo, de modo inconsciente y rápido. Porque siempre que hablas respondo de modo rápido y a veces me precipito a decir más cosas de las que quizás debería. El dejar que te conozca. Creo que ha sido de las mejores cosas de mi vida. Y espero que también lo veas igual. A pesar de todo lo que pasó. A pesar de todo lo que pasará

La arena entra en mis ojos. El viento azota ahora con más fuerza. Busco refugiarme de este temporal y dirijo mis pasos a un lugar empedrado, detrás de una casucha blanca. El suelo en esta parte de la isla está formado por las rocas de un volcán que erupcionó hace siglos. Tienen formas extrañas y un inusual color marrón parduzco, que también es negro carbónico y seductor, como lo son tus ojos. Cojo tres piedras y las acaricio. Evalúo la opción de tomarlas conmigo hasta la península. Al final las meto en el bolsillo, con la intención de regalarte una. Quisiera que acariciases esta misma piedra que yo tengo en mis manos. Y que la guardes como la piedra volcánica que es: fuerte y dura, sin dobleces... Como una piedra volcánica que recuerda la explosión en la galaxia. Como una piedra que tuve conmigo en Lanzarote, mientras la orilla de la playa me recordaba a un hombre vestido de blanco.

Sé que en realidad es improbable que un día nos veamos y que pueda entregarte esa piedra. Siento que nunca voy a atreverme a darte algo así. Toma, este soy yo. Y esta es la piedra que era roca y que llegó a salir al mundo con el calor volcánico. Pienso que jamás voy a decirte eso. Jamás preguntarte dónde puedo mandarte una piedra volcánica. Aunque me gustaría hacerlo. Aunque sepa que hay algo que nos conecta. Aunque sepa que otorgarías a esa piedra el valor de una gema preciosa, de un diamante único e irrepetible. 

Disminuye la temperatura así que me refugio en el coche. Sostengo en una de mis manos las tres piedras. Y en la otra tengo ahora mi teléfono móvil. Leo entonces un mensaje tuyo. No puedo evitar una sonrisa al leer tu recomendación: Si ves que te lleva el viento, métete piedras en los bolsillos. Y entonces pienso que que si tú estuvieses aquí, y el viento diese en tu cuerpo, yo no te diría que te metieses piedras en los bolsillos. Te diría que te pusieras firme. Y entonces te daría un abrazo y tú a mí un beso de metralleta. Y nos apretaríamos muy fuerte, dejando que el viento nos llevase a los dos hasta hacernos desaparecer en la tormenta de arena. El viento nos llevará...



domingo, 12 de febrero de 2012

La vida es sencilla

Uno comprende que la vida es sencilla cuando ha experimentado la proximidad de la muerte. A veces nos complicamos más de lo necesario. De veras nada es tan transcendental. Podría demostrarlo ahora. No hay nada más simple que tratar de entenderse y ser sincero. Por eso, dirige tu esfuerzo hacia lo sencillo. Disfruta cada día de lo pequeño. Olvida las malas afrentas. No otorgues al futuro el mismo valor que al pasado. Abraza siempre a quien quieras. Besa sin límites. No creas que tus decisiones son equivocadas. Y vive como te apetezca vivir. No son recomendaciones para ti, aunque estén enunciadas en segunda persona. Simplemente creo que algunas de esas frases deberíamos aprenderlas mejor. Todos. Aunque nos cueste. 

Pensar que la vida es sencilla puede parecer un cómodo arterfugio para continuar sobreviviendo. Porque todo exige trabajo y dedicación. No vamos a descubrir el mundo a estas alturas, ni vamos a obviar la existencia de frustraciones. Está claro que yo necesito cosas. Y es una putada saber qué cosas son y no poder tenerlas... No sabes lo que molesta esa astilla clavada en la conciencia... No sabes lo que jode controlar ese brote de rebeldía. Pero aquí lo sencillo es asumir las cosas como son. Sin rencor. Sin dolor. Sin caricias. Y eso a pesar de que cuando estoy agobiado en mi día a día, me entran ganas de publicitar que "compro tiempo" en carteles esparcidos por el mundo. Pero luego te encuentro, y entiendo que te necesito a mi lado, porque tu compañía es mi tiempo y tú eres mi oasis. Y eso me reconforta. Reducido todo al mínimo detalle, simplificado el sentimiento a un sólo gesto, tu sonrisa es la que me importa. Bueno, tu sonrisa a mi lado, y estar toda una tarde abrazádote. Yo. Sin nadie más. Siendo egoísta y poseyéndote. Comportándome como lo que quizás no somos, pero teniéndote para mí... amándote como si no hubiese final, a sabiendas de que ese es un modo de quererte equivocado. 

Porque cuando nada de esto existe, cuando el futuro se desvanece, uno siente que paga su por sus excesos. Cuando piensa en el pasado, se entremezclan demasiadas cosas como para ser capaz de ordenar los pensamientos. Y al final, hay que volver siempre a lo sencillo. Y no sé qué es ahora lo sencillo. Pero me pregunto a estas alturas... ¿No sientes ahora la pena y el vacío? ¿Y qué significa eso?

La vida debería ser sencilla. La vida lo es.

sábado, 11 de febrero de 2012

Come as you are

Cuando tenía 16 años, escuché durante un tiempo a Nirvana. Era un grupo que molaba entre mis compañeros de clase. Supongo que por eso decidí escucharlo. Por aceptación social. Aunque el tiempo anestesió el capricho, y el gusto por Nirvana apenas me duró un par de semanas. Luego fui definiendo más mis preferencias musicales y dejé de escuchar música en inglés. Escuchaba solo lo que me apetecía.  Era una época en la que me la traía al pairo la opinión de los demás. 

El comienzo de "Come as you are" es de los más conocidos y reconocibles que recuerdo de esa época, mientras esperaba el autobús en la puerta del colegio. De hecho, ese comienzo de guitarra es de los pocos punteos que aprendí cuando me puse en la tarea, junto al "Entre dos aguas" de Paco de Lucía (mi nivel de guitarra es lamentable, todo sea dicho).

Ayer, que tuve un día jodido y terminé discutiendo con quien para mi es una de las personas más importantes de mi vida, encontré durante el día canciones que me hablaban de querer a los demás como son. Escuché un Ole que me llegó al alma sin yo notarlo... y escuché de nuevo a Nirvana, una vez en el aeropuerto, mientras embarcaba. Y cuando imaginé la voz rota de Kurt y su pelo desordenado, recordé un ranking donde ahora no estaría Lobezno sino Mr. Transporter Víctor. Y recordé un beso de aterrizaje y un par de manos preciosas que me gustaría que recorriesen mi espalda, que es una de las partes de mi cuerpo que a mí más gusta... 

Y cuando lo pensé mientras volaba, sentía que "Come as you" are es un texto lleno de contradicciones... Es un ven "como amigo y a tu ritmo", pero al mismo tiempo es "ven ya que te necesito"...  Es un "corre, la decisión es tuya, pero no tardes"... 

Es una canción que me encantó volver a escuchar después de tantos años... 




viernes, 10 de febrero de 2012

Total, pa' qué...

A veces alguien debería explicarme de qué va la vida porque no la entiendo. Y ya no es que me incomode la situación. Es que me empieza a frustrarme. Porque cuando crees que todo es sencillo, llega alguien y lo transforma todo. Llega alguien y te pide un poco más. Tú crees que no debes darlo. Sientes que no es tu cometido ir más allá. Pero al final lo haces y te sientes otra vez derrotado. Así es el mundo. Se supone que los años sirven para acumular derrotas. Y yo ya acumulo demasiadas a pesar de la juventud. En días como hoy (que nada sale a derechas) te entran ganas de gritarle al mundo: "QUE OS FOLLEN A TODOS". Te entran ganas de gritar con la poca voz que aún te queda. Para demostrar a quién coño sea que aún te queda algo de espíritu y de dignidad. Que aún te valoras a ti mismo... Y te jode que todo salga tan putamente mal que hasta las cosas que más a gusto te hacían sentir se tambaleen... En días de amaneceres sin sol y de tardes con donuts sin chocolate solo te entran ganas de desaparecer. Pero entonces piensas: total, pa' qué....

jueves, 9 de febrero de 2012

Van tres...

Una de las cosas que uno percibe cuando se ausenta, es que puede retirarse del mundo sin problemas. Porque en el fondo, uno no es tan importante. Es así. Tú te vas pero las cosas siguen yendo bien sin ti. Mafalda pedía que parasen el mundo para bajarse. Pero lo cierto es que el mundo no va a parar. Va a seguir girando sin ti. Y lo digo como algo positivo, ¿eh? De hecho, considero que descubrir esa cruel realidad solivianta, pero al mismo tiempo alivia y aligera el espíritu.

Es como si se nos otorgase el presente de la tranquilidad espiritual. Porque creo que veces nos agobiamos pensando que tenemos que sacar las cosas pa'lante por nosotros mismos. Nos sobrecargamos de trabajo. Tomamos más responsabilidades de las que nos corresponden. Y es bueno darse cuenta de que podemos también disfrutar de la vida sin que nadie nos exija nada. Desapareceremos. La gente nos echará de menos (quizás). Pero nuestra ausencia (y el hecho de que el mundo siga corriendo impasible) debe enseñarnos que podemos (y debemos) tomarnos nuestro kit-kat vital.   

En realidad no sé si me he explicado. Porque me cuesta hablar de la ausencia y del abandono como algo positivo (en mi vida, estos momentos siempre han llevado aparejados cierta melancolía y frustración ligada al desamor y la promesa de usar ese tiempo de barbecho y lejanía para ordenar sentimientos). Pero no siempre ha de ser así. Por eso me alegra saber que estás disfrutando de la vida en este retiro y que vives feliz en ese tiempo para ti. Disfrútalo, porque nadie te exigirá nada por estos momentos que disfrutas en soledad. Es de las pocas veces en la vida en que nadie recriminará cosas, supongo.

Y lo que más me alegra es saber que ya llevas tres sesiones de quimio. Y que sigues con ganas de luchar, aunque ya no te quede una melena que peinar por las mañanas. Mucho ánimo con las sesiones que te quedan, que seguro van a ir tan bien como las anteriores. Y sigue aprendiendo de la experiencia.

Un beso enorme.

Foto: http://photo-day-krmnguillen.blogspot.com/

martes, 7 de febrero de 2012

Aprende a obsequiar a quien está a tu lado (o de cómo un tío gracioso puede querer besarte...)

Eres el tío más gracioso que he conocido nunca –me dice, mientras se seca las lágrimas que han brotado en su rostro consecuencia de las carcajadas.
Pues joder, has debido conocer a muy pocos hombres para decir eso, ¿eh?
No, idiota –me corrige y vuelve a reír- He conocido a muchos tíos… Quizás demasiado. Y todos eran graciosos al principio, ¿eh? Pero acaban volviéndose idiotas.
Como yo, joder. ¿No me acabas de decir idiota?
Jajajaja. Por favor… Sabes a lo que me refiero, jajaja.
Lo sé, tonta –le digo, antes de pasar a la defensiva- No sé… soy así. La verdad es que no trato de ser gracioso ni simpático...
Bueno, a eso me refiero exactamente. Hace tiempo que te conozco y nunca te he visto enfadado con nadie. Siempre que te he visto discutir con alguien, ha sido por tonterías y has procurado solucionarlo rápidamente. Y cuando algo te ha agobiado, has procurado que no se te note. No has contagiado tus malos rollos a nadie. Ni en el curro ni en tu familia... Y has sabido capear malos temporales y salir de situaciones muy jodidas… no sé… creo que  eres un tío de puta madre. De esos que merecen la pena.
Gracias, mujer –le agradezco sincero- Pero tampoco es para tanto. Supongo que es mi forma de ser. Yo tengo mis cosas que tú crees que son buenas, como el optimismo y el sentido del humor del que hablas… pero tampoco tiene que ser bueno eso, no sé… Al final, cada uno tiene sus cosas malas también… Y yo las tengo. Muchas cosas malas... No todos podemos ser iguales.
Está claro –conviene- Pero yo te conozco... bueno, empiezo a conocerte poco a poco... y conforme pasa el tiempo empiezo a pensar que detrás de ese tipo despistado y sonriente, con aires perdidos y gustos sencillos, hay alguien que merece mucho la pena. Y cada ve estoy más convencida de eso… Cuando te miro esforzándote por hacerme reír, o cuando me cuentas esas cosas que te ocurren cada día con esa naturalidad... pienso que debería buscar un hombre como tú. Porque estoy harta de idiotas, ¿sabes?. Estoy cansada de guapetes creídos que piensan que dominarán el mundo y luego no saben tratar a una chica como merece más allá de una noche… Estoy cansada de cretinos…
No has tenido suerte -apunto- Simplemente eso...
No, no. No es eso. No te equivoques. No es cuestión de suerte ¿eh?... Porque te tengo a ti.
¿Qué quieres decir? –pregunto desconcertado.
Si todo fuese cuestión de suerte, o de mala suerte como dices, yo sería un alma perdida y sin rumbo. Estaría rodeada de gente idiota y metida en un pozo del que no podrá salir nunca, bañada en melancolía… Pero no es así… Tengo gente mi alrededor que vale mucho y estoy en general satisfecha con mi vida y con las cosas que hago. Digamos que no es cuestión de suerte.
Aha -confirmo.
Creo que la explicación es más sencilla que todo eso de la suerte. Simplemente, no he sabido escoger bien. ¿Sabes lo que quiero decir? No es solo que me haya topado con idiotas o con tipos que me han hecho mucho daño. El problema es que he dado de lado a la gente que merecia la pena y estaba en mi vida desde siempre, sin yo saberlo. O sin valorarlo mucho. Gente que aguantaba como era. Gente que me esperaría cada noche en casa con el mejor abrazo y me calentaría una sopa mientras le cuento cómo ha sido mi dia de mierda. He dado de lado a gente que me aportará cosas en mi vida... Gente como tú…Y empiezo a darme cuenta ahora... que voy sintiendo que a tu lado me siento protegida...
No sé qué decir.
No digas nada y bésame. 

sábado, 4 de febrero de 2012

Madrugadas en blanco

La mano que viaja entre las sábanas es mi mano, que bucea hasta abrupto pijama. Mi mano, que atraviesa sin prisa la lycra. Una lycra que apacigua mis ganas. Pero no calma el deseo que habita en mi alma... La mano que atrapa el tormento es mi mano, que acaricia por el fin el deseo. El deseo que crece con ganas...

... Y mi mente imagina que eres tú quien me toca. Proyectando tu mano en mi mano... 

... Y es tu boca, que explora mi cuerpo. Tus dedos, que rozan mis labios. Tu mano, que agarra con fuerza mi sexo. Tu pelo que cae por tus hombros. Mi lengua, que toca tus pechos. Mi mano que sube y que baja. Mi sexo que crece y no para. Mi mente imagina tu cuerpo. Tu mano me agarra con fuerza. Tu cara me mira perversa. Tus dientes se muerden los labios. Mi mano se aferra a tus senos. Tus ojos me dicen que siga. Mi mano recorre tu cuerpo. Mi mano acaricia tu sexo. Más fuerte, más fuerte, me gritas. Ordeno y prosigo sin pausa. Tu boca que ahuyenta un rugido. El aire que atrapa el sonido. Tu mano, me agarra y no para...

... Así son todas mis madrugadas. Repletas de sexo y deseo. Repletas de versos que anhelo. Mi mano: mojada en tu orgasmo. Tu mano: cubierta de blanco. 

jueves, 2 de febrero de 2012

Gracias

Gracias. Por entregarme gestos a diario de amor incondicional. Por estar ahí, aguantándolo todo lo que yo pueda decirte. Por entender mis tiempos y conocerme. Por simular indiferencia, cuando de veras sientes rabia e impotencia. Gracias por abrazarme cada noche. Por apretarme fuerte y acurrucarme en tu pecho. Por hacerme sentir torpe e inútil. Gracias por controlar tu rabia. Y por demostrarme que yo jamás podré devolver ni la vigésima parte de lo que recibo. Gracias por las ganas que retienes para no desalentarme.  Por los mensajes que no espero. Gracias por los besos que me entregas. Por los labios que recorren mi cuerpo. Por los masajes con que anestesias el cansancio de mi cuerpo. Por el oasis de tu charla. Gracias por el orgasmo que me provocas. Por el roce de tus pechos. Por tu cara de placer cuando te penetro. Gracias por quererme como nunca nadie antes me ha querido. Gracias. 

El día de la marmota

Llega la noche y con ella la oscuridad. Las sábanas frías te recuerdan la derrota de un nuevo día. Te dices que mañana será todo distinto. Que no volverán a repetirse los mismos errores de hoy, ni la misma secuencia de acontecimientos. Y apagas la luz de la mesita de noche deseando que algo –no sabes qué ni cómo- cambie de repente. Craso error el de confiar tu vigilia a la esperanza. La madrugada no entiende de ruegos ni de súplicas. El nuevo día se cuela por la ventana y suena de nuevo esa melodía en la radio. Buenos días, excursionistas, dice el presentador optimista. Y tú quieres morirte. Despertar de esa pesadilla que es estar atrapado en el tiempo. 

Pero no hay modo de salir de este encierro. En un acto de desesperación le confiesas a ella lo que te ocurre. Pero no importa nada. Porque al final ella lo olvidará todo. Y no importa lo que hagas. Nadie sabrá nunca que el día es el mismo, repetido. Tu único reto es ser mejor persona. 

¿Será largo el invierno? Escuchemos lo que dice la marmota...