martes, 15 de marzo de 2011

Nunca te dije que nuestro amor era melodía


Las canciones existen para que los torpes sepamos ordenar nuestros sentimientos. Y sirven, por ejemplo, para que la desolación no se sienta desamparada.

Una canción es como el abrigo que te presta un desconocido en una gélida tarde de noviembre. Y es también una ráfaga de viento que zarandea tu cuerpo hasta evocar el recuerdo de quienes han desaparecido.

Una canción existe para alimentar el fuego de las ilusiones y para ayudar a los cobardes a identificar en ese contigo, ese sin ti tan amargo del que hablaba Sabina.

Pero todas las canciones terminan. Como terminó nuestro amor. Y lo peor del amor cuando termina es cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos.


Inspirado en Cerrado por Derribo y Puntos Suspensivos (Joaquín Sabina).

sábado, 5 de marzo de 2011

Existencia II


Ya no estás en este abrazo. Es fácil ver que tus ojos ya no me miran a mí. Cuando te aprieto entre mis manos o acaricio tu rostro, noto que tu mirada está en otro lugar, con otra persona. Viajas a un lugar que no conoces pero que quieres explorar. Mi única ventaja en este juego es tu miedo. Mi enemigo es tu corazón.

No sé dónde estoy ni a dónde miro. No sé por qué quiero explorar otros lugares, ni si podré adentrarme en ellos. Mi miedo es desearlo y no poder hacerlo. Y temo también el tiempo. Pero en este camino no tengo más enemigo que yo mismo y mis sentimientos.