martes, 15 de marzo de 2011

Nunca te dije que nuestro amor era melodía


Las canciones existen para que los torpes sepamos ordenar nuestros sentimientos. Y sirven, por ejemplo, para que la desolación no se sienta desamparada.

Una canción es como el abrigo que te presta un desconocido en una gélida tarde de noviembre. Y es también una ráfaga de viento que zarandea tu cuerpo hasta evocar el recuerdo de quienes han desaparecido.

Una canción existe para alimentar el fuego de las ilusiones y para ayudar a los cobardes a identificar en ese contigo, ese sin ti tan amargo del que hablaba Sabina.

Pero todas las canciones terminan. Como terminó nuestro amor. Y lo peor del amor cuando termina es cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos.


Inspirado en Cerrado por Derribo y Puntos Suspensivos (Joaquín Sabina).

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