miércoles, 4 de enero de 2012

Iniciales y rúbrica de ecuación

Para: MJ2C

Probablemente no sepas que últimamente te tengo presente por mil motivos. Te tengo presente, por ejemplo, cuando veo un Belén y pienso en los portales que veíamos al comienzo de cada año. O cuando paseo por los puestecillos del centro de Málaga. Siempre que los visito, tu sonrisa viene a mi mente, y rememoro aquellas noches gélidas que compartíamos comprando regalos. ¿Recuerdas cómo nos escondíamos del mundo, refugiándonos de la lluvia bajo un único paraguas? Yo era mucho más joven entonces. Apenas un impúber varón que se abría paso a la vida sentimental, deseoso de explorar cuerpos de mujer, pero prudente aún para manifestarlo abiertamente. 

Aquellos primeros años que compartimos eran años de indecisiones y dudas. Años de Nocheviejas solitarias, rodeadas de gente. Años de amigos a los que no veía futuro. Eran años de abrazos y besotes gordos. Años de películas que nos hablaban de que Quedaba Mucho por Hacer, o de canciones que nos decían que Hoy Empieza Todo (¿o era al revés?)...

Pues bien, te escribo para decirte que hemos comenzando un nuevo año. Y me apetecía decirte que 2012 no trae demasiados cambios. Aparentemente, todo va bien por aquí. Aunque he de reconocer que en las frías tardes de invierno se echan de menos tus abrazos y la calma que insuflabas a mi espíritu. Se echan de menos las tardes de paseos eternos, o las noches que me sentabas en una silla, me tapabas los ojos y me hacías llorar con tus palabras.

Ahora, que mi cabeza da vueltas y evalúa mil posibles posts, me decido por fin a escribirte para decirte que siempre te tengo presente en mis misivas y que eres de las personas con las que merece la pena compartir parte del camino. Como sé que no me leerás quiero agradecerte mil gestos de tu 2011. Mil guiños de complicidad que he vivido a partir de tus frases sinceras o de tus confesiones en facebook. Esas frases, a kilómteros de distancia, me hacían sentirme cerca de ti y de tus vivencias. Porque tu espontaneidad, tu disposición y tu ternura, fueron siempre disfrazadas en un carácter frío e inaccesible. Hasta que me cogiste cariño y un día, sin saber cómo, ambos terminando subiendo al altar para hacernos aceite que impregna (y luz que brilla, y sal que sala).

En fin. Es tarde. Y quedan muchas cosas por hacer. Como te he dicho, mi mente elucubra posibles posts (aunque he de confesarte que cada vez me quedan menos cosas por decir). Y yo solo quería decirte que este primero va para ti. Para lo que me enseñaste. Y para agradecerte que me ayduases a romper aquel cuadrado rodeado de arena (¿lo he roto de veras?). No sé... a veces dudo de quién soy y de en qué me he convertido. Pero desde lo más hondo de mi corazón, te mando un beso enorme. Y espero que tus ojos verdes sigan brillando siempre, allá donde estés. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario