viernes, 19 de agosto de 2011

El mapa

Al levantar la vista del plano de la ciudad me encuentro con la mirada tímida de Alfonso, que me sonríe como si me hubiese pillado en falta.
- ¿Qué pasa?, le pregunto despistado, pensando que tal vez estaba hablándome.
Él extiende la mano y me muestra la cámara de fotos. En la pantalla veo reflejada mi imagen:
- Aquí tenemos una escena costumbrista -dice riéndose- Tú mirando plano. 
No puedo evitar una carcajada. Lleva razón. Tengo la extraña manía de mirar el plano cada vez que nos detenemos, para saber que estamos siguiendo la ruta correcta.


Tras unos segundos en silencio Alfonso retoma la conversación:
- La verdad es que lo haces bien -dice cumplidor- No eres un fail como yo, que me pasé el viaje de novios con Elena mirando el mapa de París cada 3 minutos de reloj. Tú al menos sabes adónde vamos y tienes controlado todo. Me gusta. Eres un win.
Sonrío por su uso de palabras inglesas y agradezco el cumplido con mi mirada. Estoy algunos segundos pensando en cómo responderle hasta que finalmente logro añadir:
- Bueno, tampoco lo hago bien del todo. Yo también he estado perdido muchas veces. Una vez en Roma terminé en un barrio que estaba a tomar por culo del centro a las doce de la noche. Estaba a 20 kilómetros del sitio que debía haber ido... 
- Jajaja! -sonríe abiertamente- Eres extraño, amigo... 
- Sí... Soy muy despistado -le respondo riéndo- Pero a veces son necesarios los despistes, supongo. Uno tiene que estar perdido en una ciudad para aprender a manejarse con los mapas. Es como en la vida, ¿no? Todos hemos tenido que estar perdidos alguna vez para saber cuál es el camino correcto... 

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