sábado, 22 de octubre de 2011

Lluvia

Ayer me acerqué a ella y tuve miedo de arañarla. Sigue siendo una pequeña muñeca de porcelana, que merece parte de mi atención. Es un juguete que juega conmigo, pero que vive sus propios sueños. Es un juguete al que acarician unas manos ajenas, que envidio porque nacen de mi obsesión y me resultan invisibles. Ella es un juguete demasiadas veces roto y reconstruido, al que no puedo agitar con mis manos para que despierte. No quiero romper sus huesos de cristal. No quiero dañar su armadura de hojalata. Y mi despertar me basta para seguir muriendo. Para seguir creyendo que un día, no muy lejano, todo habrá terminado y mis ilusiones se habrán diluido entre el agua de esta lluvia que ahora moja mis pies descalzos. Ojalá esta lluvia haga renacer el aire que ahora me asfixia. Aunque el agua siempre cae sobre los corazones mojados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario