miércoles, 21 de diciembre de 2011

El origen (y las consecuencias) de decir sí y permanecer

El origen de permanecer

La palabra Permanecer marcó mi adolescencia. Hay que permanecer por encima de todo, por delante de todos. Me lo dijeron una tarde en la cafetería que había debajo de mi casa. La cafetería terminó siendo un videoclub y luego una tienda de regalos. Marta era morena. Tenía el pelo lacio y tocaba la guitarra. Esa tarde lloraba junto a mí, al rememorar el amargor de la lucha infructuosa. Yo compartí con ella retazos de mis dudas. La miraba atento, tratando de no perder detalle de sus gestos. Me gustaban sus manos y la sinceridad de sus ojos marrones. Por entonces yo no tomaba café. Me alimentaba de conversaciones eternas, que creía trascendentales. Muchos paseos por la orilla de la playa acabaron en salas de cine poco concurridas. El último día del año 1999 vi con MJ una película francesa titulada Hoy empieza todo. Ese día pensé que podría cambiar el mundo. Y quise besarla aunque me contuve. Por entonces pensaba que nadie me entendería jamás como ella. Con el paso del tiempo descubrí mi error pueril y volvi a cometer los mismos errores de siempre. La libertad no solo consiste en hacer lo que te de la gana. Para ganar, a veces hay que perder


El origen de decir sí

Una tarde de verano, tumbado al sol en la playa, Lolo me dijo que merece la pena afrontar con valentía la incertidumbre. Me enseñó a decir sí a las dudas. Porque no siempre vamos a tenerlo todo bajo control,  me dijo. Y añadió que A veces merece la pena explorar la indefinición. Así que por todo eso, hay que darle una oportunidad a las circunstancias. Y luego... hay que permanecer. 


El desenlace

Cinthya se ha casado con Enrique y esperan un hijo. Rosa dejó su isla para viajar a Barcelona. Ekurne abraza la posibilidad del matrimonio. MJ está conectada a mí de un modo extraño e Ismael aprendió el significado de la palabra vocación. Él también quiere ser padre, para revolcarse con sus hijos por la alfombra. Para llevarlos al fútbol los domingos y enseñarles matemáticas por las tardes. 

Quizás hay dar una oportunidad a la vida y permanecer. Hay que sorprenderse, sabiendo que llegará un punto en las circunstancias nos digan basta. Ese basta no debe anticiparse. Simplemente llega. En forma de desilusión. En forma de desconexión o de imposibilidad manifiesta. En forma de circunstancias insalvables. En forma de desencanto. En forma de deseo insatisfecho. O simplemente en forma de intuición inexplicable. El problema no es decir que sí. El problema no es permanecer. Es hacerlo cuando se sabe que es mejor cambiar de camino. Los americanos tienen una expresión para ello: Let's move on!

Ahora esa expresión viene a mi mente. Pero toca permanecer. Porque a veces para ganar, hay que perder.

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